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Foto del escritorJack Goldstein

"Anyu" - Entorno Histórico (Continuación) - Parte III


Los hermanos Hausman y mi abuela Etka en el centro, de frente.

Por Anamaria Goldstein A mediadosde la década de los años 20, subió al poder el mariscal Horthy, quien gobernaría al país hasta casi finalizar la guerra, cuando se exilió en Portugal. Hay muchos historiadores que aseveran que Horthy trató de proteger a los judíos de Hungría durante la ocupación nazi, primordialmente a quienes consideraba pertenecer a la “nobleza del dinero”, como la llamaba; a otros pocos, por amistad personal; a algunos los benefició por fines “patrióticos” ya que los necesitaba para desarrollar al país y sabía que no contaba con suficiente gente preparada para atender las necesidades en salud, educación e industria, lo cual se lograba preservando a sus judíos. Pero, evidentemente, Horthy no tuvo las mismas consideraciones por los “polacos y galicianos”, como apodaba a los judíos pobres y ortodoxos de las provincias, a los que siempre despreció, burlándose de sus payot y vestimenta y por los cuales no movió ni un dedo para protegerlos.


Anyu

El único ghetto de toda Europa que no fue destruido fue el de Budapest y el que parte del judaísmo capitalino se hubiese salvado se debió a que Horthy reconoció a tiempo que la guerra estaba perdida. Trató de negociar con los aliados la rendición y mantuvo a los judíos como su comodín para defenderse ante la historia. Con la ocupación física del país por los alemanes y la toma del poder por los fascistas húngaros en octubre de 1944, la suerte de los judíos capitalinos fue sellada. El hecho de que permaneciéramos intactos hasta casi el último momento del nazismo y, sin embargo, en dos meses cortos comprendidos entre el 15 de mayo y el 10 de julio de 1944, hubieran logrado asesinar a más de seiscientas mil personas, nos dejó perplejos, en una especiede shock colectivo, sin comprender enteramente lo que pasaba. La magnitud del desastre sólo la vinimos a conocer una vez terminada la guerra. En 1945 fue apenas lógico que los judíos vieran al Ejército Rojo como el liberador del nazismo. Pero para la mayoría de los no judíos, ese mismo ejército ruso era la representación de un poder dictatorial, explotador, saqueador y violador de sus mujeres e hijas. La vida se reducía a rebuscar algo para comer y la inflación dificultaba conseguir las cosas.


Muchos se habían apoderado de bienes de judíos confiando en que sus dueños nunca regresarían. Se aferraban desesperadamente a sus adquisiciones y cuando la nueva autoridad ayudaba a restituirlas, suscitaba más odio tanto hacia los dueños como hacia ella.(2).


Anyu con sus hermanos Oli y Sándor

Los juicios y condenas a ministros, generales y representantes del régimen fascista eran considerados como “la venganza judía”. No querían ver que un número importante de las directivas judías, rabinos, médicos y otros profesionales, también fueron llevados a lo que se llamaba juicios de vitrina o juicios fabricados. Algunos judíos, incluso, fueron acusados de ser agentes de los nazis, espías del imperialismo, ladrones de la peor calaña. Era una época de situación económica catastrófica tanto en Hungría como en la Unión Soviética y se necesitaba mano de obra para reconstruir dos países destrozados. Stalin declaró que usaría los prisioneros de guerra para los trabajos de reconstrucción como compensación por las enormes bajas humanas y por las pérdidas financieras que sufrióla Unión Soviética. Las potencias occidentales aceptaron de facto esa determinación. Para febrero de 1946 más de cuatro millones de prisioneros fueron retenidos en trescientos cincuenta campos principales y otros cuatro mil auxiliares. No distinguieron entre civiles o militares. De sólo Budapest recogieron unos cien mil civiles para deportarlos. De ahí, se salvó mi papá como comentaré más adelante. La Oficina Central de Estadística húngara considera que un total de seiscientos mil húngaros cayeron en cautiverio; fueron soldados apresados en territorio soviéticoo resistiendo en Hungría durante el repliegue entre marzo y abril de 1945. El regreso de estos prisioneros de guerra se hizo realidad para fines del año de 1946, pero unos tres mil sólo pudieron volver entre 1953 y 1955. Se calcula que unos doscientos mil murieron en los campos. La mayoría regresó enfermo, sin piernas o brazos. Me recuerdo qué impresión tan grande me produjo verlos. Cuando la propaganda comunista recurría a las caricaturas, las figuras eran copias de la propaganda fascista antisemita: el explotador capitalista se representaba con nariz ganchuda, labios gruesos y lascivos, barriga llena y una sonrisa malvada. Las manifestaciones de antisemitismo que se presentaban en todos los países socialistas casi al mismo tiempo fueron instigadas por la policía secreta local. Todas parecían seguir el mismo guión y servían para desahogar las pasiones del común, para encontrar al eterno chivo expiatorio y a su vez para aleccionar a los judíos, quienes debían reconocer a sus verdaderos protectores.


El apoyo inicial de la Unión Soviética y otros países socialistas a la creación del Estado de Israel se debió, en parte, a la ilusión de que el joven Estado se convirtiera en un bastión del socialismo en el Medio Oriente durante la Guerra Fría. Además, había quienes apostaban a que con Israel todos los judíos emigrarían, limpiando a Hungría de estos indeseables. Así que, si bien eran antisionistas, veían con buenos ojos la creación de Israel. Después de la deportación de los swabios, húngaros de origen alemán, el gobierno se dio cuenta de que había perdido población educada y trabajadora. Necesitaba entonces asegurar la población preparada. Fue ahí cuando la política cambió abruptamente y se prohibió la emigración a Israel. La Joint (JDC), una organización de beneficencia judía americana y el gobierno de Israel, ofrecieron millones para dejar salir a más judíos. Fue una negociación parecida a la de Eichmann con las Fuerzas Aliadas, quien antes, quiso trocar judíos por camiones. Inicialmente se trató de rescatar a unas cincuenta mil personas. Al final de cuentas, fue imposible pagar rescate y solamente mil setecientos cuatro salidas fueron autorizadas. La posición del gobierno frente a Israel seguiría al pie de la letra los lineamientos exigidos por la Unión Soviética. Lo que sí vino a cambiar completamente la percepción de la población civil hacia nosotros fue la guerra de los Seis Días. El respeto y la admiración de todos se hizo sentir. Fue la primera vez que muchos judíos, sobre todo jóvenes, se identificaron con Israel y con todo lo judío. Pasó a la sombra la equivocada concepción de que nos dejamos llevar al matadero sin resistir y se borró el estigma del judío del ghetto.


 

(1) Extractado del censo de 1807, cuyo original lo tuvo un pariente en Israel, Zsiga Bacsi, quien murió antes de enviarme copia del documento pero que resumió así: Hausman Aron (Tatarabuelo Materno) Casado, Domiciliado en Ruskoc (afueras de Munkacs), Tiene mujer, dos hijos, sirvienta, una vaca y muchos animales domésticos, Sabe leer y escribir en tres idiomas: Húngaro, Alemán, Hebreo.

En la calle Fo 29, tiene comercio de vidrio (esta misma se convirtió en su casa propia después de 1848 cuando ya permitieron la compra de vivienda a judíos en la ciudad). Dio mucha plata para la revolución de 1848 y fue nemzetor, Defensor de la Patria.

El padre de Aron fue enterrado en Munkacs, fue cabalista, murió a los 36 años y todos sus descendientes murieron a los 80 años en el mes de Adar (marzo); vino de Grodek, Galicia cerca del Lviv a fines del siglo XVII.

Los Hausman proceden posiblemente de Alsacia.

(2) Carta que Ila, mi tía, mandó poco después de regresar de Allendorf a un periódico en respuesta a la publicación de una nota de una lectora, quien afirma que regresaron más judíos que los que deportaron, además, cargados de paquetes llenos de comestibles y enseres, asoleados y descansados, mientrasen Hungría se sufría y se padecía. Además, puso en duda la veracidad del libro que escribió el Dr Nyiszli, médico que conoció todos los horrores de Auschwitz y los describió fríamente. Leí y tengo ese libro.

“(sic)…Yo estuve en Birkenau, lager B III, bloque 7. Dormimos hacinados sobre el suelo, envueltas apenas en unos trapos.La lluvia se colaba por el techo. No sabía si deseaba llegar a ver el amanecer o la llegada de la noche. Las mañanas empezaban a la 4 a.m. pero a veces nos despertaban a las 2 a.m. para el Appel (formación para el conteo de personas) debíamos permanecer firmes durante 5 o 6 horas. Durante un conteo de esos, tuve la visión de haberme muerto y estar en el mismo infierno. El clima de Auschwitz era de lo más extremo; los días increíblemente calientes y las noches terriblemente frías. Carecíamos totalmente de agua. Torturada, deseaba la muerte. No quiero describirl os sufrimientos de esos 11 meses, lo único que pido es que no juzguen a los que regresamos por tener buen color o por traer algún paquete, no fueron los alemanes que nos engordaron o nos regalaron algo. Sobre todo, no protesten cuando los deportados piden con todo derecho que se les devuelvan sus objetos que fueron entregados para salvaguardarlos. Lo que tenemos lo hemos ganado con honor y con trabajo. Entiendan que no nos alegramos dejándolo en manos de quienes no les corresponde. Lukacs Laszlone. 1947, abril 9


Nota: Erno Hausman vivió en Arpad Vezer utca 43 y luego en Kossuth Lajos utca 35, donde nació anyu. Weisz Miksa vivió en Thoholy utca 3 y luego en K[ossuth L. 21

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