“Crómicas de Shabat” - Uno se vuelve israelí
Por Marlene Manevich
Uno se vuelve israelí, no sólo cuando le entregan el pasaporte y la teudat tzeut, que te identifica como ciudadano de esta única democracia en el Oriente Medio. (A ratos pienso que de pronto hubiera sido mejor haber escogido otropunto cardinal, como se propuso, pues esta es una tierra muy solicitada). Hay otras condiciones que te hacen pertenecer a este suelo desértico, donde como un milagro brotan las flores (prajim) más hermosas de todos colores (tzvaim). Donde ya no hay que economizar el agua, a pesar de ser un desierto, gracias a la tecnología de punta que han utilizado para convertir el agua de mar en agua potable. Hay que cuidarla como parte de nuestro compromiso ecológico con el planeta, pero no es que falte. Son unos magos en el asunto ese de la irrigación.
Cuando cometes la locura de ir un sábado (shabat) a la playa y aprendes a esperar pacientemente en el carro a que se desocupe un lugar (macom) para poder parquear tu carro. Más israelí eres cuando te tomas el atrevimiento de parquear el carro en blanco y rojo o encima del andén, porque no tuviste la paciencia (sablanut) de esperar a que otro terminara de tomar su baño de mar. Pero en eso no somos israelíes, porque no nos gustan las “cartas de amor”, esas que manda el Ministerio de Transporte (tajburá) de vez en cuando (lifamim). Cuando vas a la tajaná rakevet (estación de tren) y dejas tu carro como sea, antes de que se vaya el próximo tren y no lo alcances a subir. No estoy segura (ani lo betujá) que a los israelíes les manden cartas de amor, porque se parquean como si nadie les escribiera.
Cuando eres capaz de juntar los dedos de la mano y de decir rega con esa errrre gutural que caracteriza a los nacidos aquí (tzabarim). O shnía (espera unos segundos), como si ellos esperaran). Cuando aprendes a trapear con ese palo y una jerga-un aparatejo al que llaman gumi- y logras que no queden marcas en el piso. De mi tierra añoro algunas comidas, a mis amigos y un trapeador, artefacto de limpieza que consiste en un palo con unas mechas pegadas que deja elpiso limpia cuando se activa manualmente. Eres israelí, aunque sigas saludando a la gente en el ascensor y levantes el dedo, cual emoji, cuando te dejan pasar la calle como peatón, que es casi siempre. Una de las condiciones para integrarse a la sociedad israelí es tener un Tami arba (4). Es un aparato que filtra el agua para poderla tomar fría o caliente, según el gusto. Los más modernos también hacen soda. Entrar a la cocina de cualquier israelí y no ver un Tami arba puede llegar a ser preocupante. Ya estamos in, porque ya tenemos el indispensable aparato que filtra el agua y la saca fría o caliente según necesidad.
Hoy en día tener televisor y celular es un signo que denota que estamos vivos y tenemos un sentido de pertenencia. No sé a qué, pero pertenecemos. Cuando llegamos, mi hija nos llevó de un lado a otro para comprar todos los elementos necesarios para que una casa se llame hogar. Teníamos un presupuesto destinado a esto y no hicimos la conversión a shekels, para no sentir angustia de que era costoso, frente a nuestro devaluado peso. El televisor lo dejamos para más adelante, porque primero que todo, no somos muy televidentes. Reuven un poco más que yo, pero ya aprendió a ver partidos de fútbol en el computador (majshev). Lo segundo es que nos pareció una tontería invertir tan rápido en un televisor, pues no entendíamos hebreo y como método de aprendizaje, teníamos el radio del carro, el computador, el teléfono y los libros del ulpan, así que no sentimos urgencia y decidimos esperar unos meses para comprarlo.
Terminamos el ulpan y pensamos que ya era momento de comprarlo y empezar a tratar de entender noticias (jadashot) en hebreo. (La verdad es que las noticias no se entienden en ningún idioma). Cuando tomamos la decisión, vino la guerra y nos pareció locura hacer compras en un momento tan dramático. Estaba todo tan difícil, que parecía que no nos lo iban a poder despachar. Decidimos esperar un poco y entre esa espera, ha pasado mucho tiempo y la conclusión es que hasta ahora no tenemos televisor, ni hemos aprendido mucho hebreo. Lo vamos a lograr, digo comprar el televisor…. y también aprender hebreo. No fue un problema económico, sino más bien entre ideológico y circunstancial. Hemos visto la guerra por internet y pensándolo bien, fue hasta más sano para nuestras mentes recién llegadas, no exponernos a tantas imágenes tan violentas. Al menos los videos del teléfono son selectivos y uno escoge cuáles ver. Aprendimos palabras tristes como secuestrados (jatufim) y desplazados(mefunim). El hecho de no tener aún televisor no nos hace menos israelíes, aunque cada casa de israelí que se respete y/o de cualquier nacionalidad, tiene uno o varios televisores.
Quién puede sobrevivir hoy en día sin un aparato de esos que botan imágenes, sonidos y opiniones? Noticia de última hora: ya compramos televisor. Esto no hace que la nota pierda actualidad, pues hasta hace unos días, esa fue nuestra realidad y apenas estamos estrenando y aprendiendo porque se necesita tutorial de You Tube para aprender a manejarlo. Eres israelí cuando los domingos son lunes y sabes que tienes que trabajar y que es un día hábil para todo y para todos, pero ya no te engaña esa semana distribuida diferente. Cuando aprendes a comer pimentón como si fuera un durazno Yo no he podido porque me cae pesado y el pimentón todo el día me recuerda que todavía no soy tan israelí. La otra parte del menú son las ensaladas al desayuno. Soy aficionada a las ensaladas, tanto por salud, como por gusto, pero al desayuno disfruto más un huevito con arepa, que por estos lares se puede conseguir.
Cuando aprendes que se puede bailar y llorar al tiempo, sin ningún remordimiento porque esa es la historia de este país, sonrisas sobre lágrimas derramadas y por supuesto, que obtengas tu darkoncajol (pasaporte azul) y tengas la valentía de subirte a un crucero lleno de israelíes y no te molesta la bulla porque ya estás integrado a la sociedad israelí. Los israelíes se caracterizan por ser como el higo (sabra), como se les denomina por el hecho de ser ásperos por fuera y dulces por dentro. Y es cierto, así los he percibido, además de muy serviciales, aunque no todos los olim estén de acuerdo conmigo, es lo que yo he sentido y como soy yo la que publico, pues tengo derecho a opinar.
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