Artículo publicado en la página editorial de La República, septiembre 28 de 2011, el primero de todos mis artículos. Doble cariño le guardo a esta nota, con mi sentido presagio de hace dos lustros de que Erdogán sería y sigue siendo el personaje más peligroso del presente.
Merecido homenaje le corresponde al ex-presidente Uribe por su sabiduría a la hora de luzgar el caso en la ONU, y al presidente Duque, quien fué el genuino estudioso del tema y quien en últimas redactó la postura de Colombia, favorable a la causa de Israel.
La República, septiembre 28 de 2011. Por Jack Goldstein
El Informe Palmer de la ONU conceptuó que la operación contra el Mavi Marmara fue “desproporcionada”. Rápido fue en concluir que pudo manejarse mejor, pero tímido en especificar cómo. Entonces, ¿Cuál sería una reacción proporcional? Mi defensa preventiva no se inspiraría en la ley del talión: iría contra mis principios y probablemente tampoco evitaría el crimen. No, la proporcionalidad no la determina el tamaño de mi enemigo ni el de su arma; mi reacción responde a la magnitud del daño potencial a infligirme, la inminencia de su amenaza y las normas internacionales de la guerra.
Se necesita que en árabe e inglés, Fatah y Hamas, al unísono con sus patronos en Teherán, Istanbul o Damasco, digan inequívocamente que sí respetan el derecho de Israel y de su población judía a existir en paz. Mientras tanto, Israel mantendrá firme su derecho a la defensa sea en aguas internacionales o donde corresponda.
El informe de la ONU defiende la necesidad que tiene Israel de aplicar un bloqueo a Gaza, ya que esta representa una amenaza contra su seguridad. Además, concluye que la acción naval en aguas internacionales fue justificada, se hizo en ejercicio del derecho y que los integrantes de la flotilla, apoyados por el Gobierno turco, tenían probadas intenciones violentas y actuaron temerariamente.
En 1947 la ONU votó por la creación de un estado árabe palestino y otro israelí judío compartiendo una Jerusalem internacional. Desafortunadamente, la aceptación israelí fue reciprocada con guerra. Desde el cese de hostilidades en 1949 y hasta 1967, los territorios que hoy se conocen como ‘ocupados’ efectivamente lo fueron, pero por Egipto y Jordania, quienes usurparon la soberanía palestina. En esos años, los palestinos pelearon por borrar del mapa a un Israel que aún no ocupaba territorios palestinos, en vez de luchar contra los que ocuparon lo que la ONU les había adjudicado. En 1967, después de afrontar más guerras y ante la inminencia de otro ataque árabe, Israel se tomó Golán, Sinaí, Gaza y Cisjordania. Eventualmente, el Sinaí se devolvió a Egipto a cambio de una paz que hoy peligra, pero Israel se retiró unilateralmente de Líbano y Gaza. Es desde ahí donde hoy disparan miles de misiles hacia la población civil israelí, ya sea Hezbolá, apoyado por Irán, con intenciones nucleares, o Hamas, respaldado por Al Qaeda. En común tienen la firme intención de aniquilar a Israel y a su población judía.
El incidente de la flotilla no es un hecho aislado, hace parte de un elaborado plan para deslegitimizar y debilitar a Israel, único país que continuamente debe justificar su derecho a existir. Desde hace años el Gobierno de Israel ofreció destruir asentamientos, hacer trueques territoriales y compartir la soberanía sobre Jerusalem. El estamento palestino sigue empecinado en conseguir una Palestina libre de judíos, pero a su vez niega la condición judía de Israel.
Se necesita que en árabe e inglés, Fatah y Hamas, al unísono con sus patronos en Teherán, Istanbul o Damasco, digan inequívocamente que sí respetan el derecho de Israel y de su población judía a existir en paz. Mientras tanto, Israel mantendrá firme su derecho a la defensa sea en aguas internacionales o donde corresponda.
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