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Frankistas o la perversión de la ética judía

En un artículo anterior hice referencia a la secta de carpocracianos, como una de los primeros cismáticos que hace 2.000 años surgieron junto con los ebionitas. Para ellos, la purificación se lograba, irónicamente, a través de la trasgresión de la ley; 17 siglos después, ese concepto filosófico y religioso encontraría a su mejor exponente en Yakov ben Yehuda Leib Frank, o mejor conocido bajo su nombre católico, Josef Frank.

La purificación se lograba, irónicamente, a través de la trasgresión de la ley

Nacido en 1726 la actual Ucrania occidental, Josef Frank fue seguidor de los Sabateanistas y los Dönme. Se consideró a sí mismo como la reencarnación de Shabetai Zvi y del patriarca Yakov a la vez. Según varias fuentes, Frank llegó a tener hasta medio millón de seguidores (entre judíos y gentiles), especialmente en las zonas de los Cárpatos, Galicia y Bohemia. Se opuso visceralmente al Talmud y a todo el estamento rabínico (incluso fue apologista de los libelos de sangre contra el Judaísmo tradicional). En su mística, resumida en el texto “Colección de las palabras del Señor” solo había cabida para el Zohar y la Kabalá. Introdujo conceptos cristianos como el de la trinidad, consideró al mesías como divino y sostuvo que al final de los tiempos se llegaría a una nueva religión, Daas, (del hebreo "Daat", o conocimiento) donde se descubriría al verdadero dios que sería una mezcla de virtudes y aberraciones. Los franquistas se hicieron famosos por su desenfreno sexual, su aversión al recato, su gusto por el dolor, y a veces, incluso por su ascetismo.


Todo eso los llevó a un Jerem por parte de un tribunal rabínico en Brody. Frank reaccionó relacionándose con el obispo de Kamenedsk Podolski quien, a su vez, organizó una disputación entre franquistas y rabinos que terminó en la quema de miles de textos del Talmud. Eventualmente, ese acercamiento con el obispo llevó a Frank, al igual que pasó con Shabtai Zvi, a convirtirse esta vez al Catolicismo (no sin antes ser tentado por varios pastores protestantes), y con él, el resto de sus seguidores. Cuando Rusia ocupó Ucrania y el obispo cayó en desgracia, Frank fue encarcelado durante 13 años. Sus últimos años los vivió en la actual Alemania, donde su hija Eva, considerada la encarnación de la Shejiná, dirigió el movimiento durante sus últimos años.


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