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¿Qué vamos a hacer?

Foto del escritor: Jack GoldsteinJack Goldstein


Por  Marlene Manevich

La vida de cada israelí tiene un gran valor. Por eso para Israel es tan importante recuperar cada vida, y cuando esto no es posible, cada cuerpo para devolverlo a sus familiares.


Para los musulmanes la vida terrenal carece de valor y por eso no les importa morir. Creen que el premio mayor está después de la muerte cuando ascienden al cielo por las 72 vírgenes. Además se reproducen a una velocidad que son fácilmente reemplazables.


Por eso es incomprensible que el canje por los secuestrados sea tan desigual. Un rehén inocente por cada 30 terroristas con las manos manchadas de sangre, que representan un peligro para los ciudadanos israelíes. Es un chantaje lo que han hecho con este canje. Es un mal arreglo que pone en peligro a toda la población israelí.


Que peligro estar asediados por ese montón de asesinos sueltos, con un resentimiento tan grande, que salen a planear más masacres de las que ellos saben hacer. Entonces para qué sirvió toda esta “limpieza” que se trató de hacer en Gaza para liberar a Israel del peligro que representa tener vecinos con tanto odio en la sangre.


Es un tema muy triste, pues a toda costa hay que liberar a los secuestrados, pero estos terroristas desalmados se aprovechan de la situación y de la sensibilidad del pueblo judío por cada uno de sus ciudadanos, para sobrevalorar a su gente. Con tal de liberarlos de las cárceles hacen ese trato desigual que deja a Israel maniatado y obligado a aceptar ese mal trato y también el maltrato. La comunidad internacional permanece tranquila ante tal acto tan horrendo y ni siquiera claman por justicia porque piensan que para ellos no es un peligro que suelten a semejantes vándalos, que por lo que han hecho, se merecen morir en prisión.


Ya Israel había hecho un canje similar cuando secuestraron al soldado Shalit, que lo canjearon por 1000 terroristas, demostrando cuánto valor tiene la vida de un israelí, pero ellos lo interpretan a su antojo, que significa que se les da gusto en semejante propuesta tan desigual y tan peligrosa.


Cuando uno piensa desde un punto de vista moral y normal es diferente a como piensa un asesino. Esta misma paradoja que estamos viviendo ahora, se vivía en Colombia, cuando había un secuestro. Muchas veces el propio secuestrado le pedía a la familia que no pagara rescate porque eso creaba un precedente ante esos monstruos del secuestro, pero la familia paga lo que sea por salvar la vida de un ser querido. Lo mismo sucede ahora, y nadie tiene el corazón para decir que no se rescaten los secuestrados. Ha sido un acto delictivo, no sólo para las familias de los rehenes, sino para todo el pueblo judío. En este momento es la prioridad, pero a un costo demasiado alto por la peligrosidad que representan tantos terroristas sueltos. Por eso titulé esta columna ¿QUÉ VAMOS A HACER?.


Además hubo celebración en Gaza durante la entrega de las 3 chicas que soltaron, pues estaban felices de que les llegan 90 terroristas recién salidas de la cárcel de Israel para seguir cometiendo fechorías; y el mundo aplaude.


Para el mundo judío y para las familias de estas 3 mujeres que ahora son libres, es una alegría muy grande. Para la familia, muy emocionante recibir y dar esos abrazos retenidos por tanto tiempo en esos oscuros túneles, donde falta el aire, la libertad y el amor.


Son tan descarados que les entregaron unas bolsas de “recuerdo”, una especie de souvenir y el contenido era unos mapas de Gaza, fotos del cautiverio y un certificado de libertad. Quiénes son ellos para decidir si le dan a una persona el derecho a ser libres. Pero así funciona el mundo.


Lo único que esperamos es que devuelvan a los secuestrados lo antes posible y no en cuentagotas como aparece en el mencionado acuerdo.


Lo más impresionante es que leí una noticia dada por el diario Telesur de Venezuela donde dice:


“Son liberados 90 palestinos secuestrados de las cárceles israelíes” y para complementar:


“Hamás entrega las primeras 3 prisioneras israelíes a la Cruz Roja”.


Definitivamente siempre hay dos verdades que pueden ser intercambiables y una de las dos es mentira, pero muchos se la creen.

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