Una necesidad perversamente estética
Por Rosemarie Gleiser Blufstein
La mirada de Medusa es tan paralizante como ver en tiempo real documentos snuff en los que se somete a humillación y tortura a los miembros de una familia.
En los oscuros pasillos de la historia, los cánones estéticos no sólo han moldeado las preferencias sociales, sino que se han entretejido insidiosamente en el tejido de las ideologías patriarcales y antisemitas. Estos estándares, con su engañoso encanto, promueven ciertos atributos físicos como el epítome de la superioridad y la belleza, mientras que simultáneamente relegan a otros a las sombras de la marginación y la demonización. Esta insidiosa danza de la estética se manifiesta en la cosificación, la alterización y la deshumanización final de los individuos únicamente en función de su género, apariencia o identidad.
Los inquietantes ecos de esta perversión resuenan vívidamente en el antiguo mito griego de Medusa. En las profundidades laberínticas del mito, Medusa, antaño una mujer de belleza cautivadora se transforma sin piedad en una aparición monstruosa, y sus mechones, antaño lustrosos, son sustituidos por un retorcido nido de serpientes. Su mirada petrifica a quien la mire convirtiéndolo en monumento de piedra sin vida. Esta grotesca metamorfosis no sólo distorsiona su forma física, sino que también la despoja de su humanidad, reduciéndola a un símbolo de miedo y peligro.
En la madrugada del 7 de octubre de 2023, 300 militantes islamistas palestinos atacaron en Israel a 1200 personas. Tras entrar armados por tierra y aire en el festival de música, entraron en las casas de los vecinos torturando, mutilando, violando y asesinando a todos los que encontraron. Al principio mataron a 360 personas, entre bebés, ancianos, mujeres embarazadas y niños, y después secuestraron a otras 260 personas.
La imagen del mito de Medusa convirtiendo a la gente en piedra sirve como metáfora de la deshumanización y cosificación de los grupos marginados. Esta deshumanización se utiliza a menudo para justificar la violencia y la opresión, como se observa en contextos patriarcales y antisemitas, en los que la violencia contra las mujeres se justifica frecuentemente presentándolas como tentadoras o amenazas al control y la dominación masculinos.
En los atentados del 7 de octubre, ninguna de estas víctimas estaba infringiendo normas o convenciones legales internacionales, ninguna de ellas fue etiquetada nunca como terrorista, ni como matón, ninguna traficaba con mujeres o armas, ninguna era proxeneta, ninguna vendía drogas en la tierra de un país extranjero, el delito que cometieron fue haber asistido a un festival para celebrar la vida y la recién acordada paz en esa zona, además de vivir en Israel en una zona fronteriza con Gaza.
El agravante de esta historia radica en la brutal revictimización de estas personas que fueron maltratadas, vejadas y sometidas a todo tipo de vejaciones, los delincuentes utilizaron los teléfonos celulares de sus víctimas y grabaron en vivo la tortura y posteriormente sometieron a sus familiares enviándoles el documento audiovisual que probaba lo vivido por sus familiares.
Las autoridades israelíes tardaron más de 12 horas en llegar al lugar de los hechos. El 98% de los medios de comunicación del mundo tardaron 120 días en aceptar que en los escombros del lugar sí hubo malos tratos y violaciones post-mortem pero nunca se pronunciaron las palabras genocidio, masacre y antisemitismo.
Del mismo modo, la violencia antisemita puede justificarse a través de estereotipos y mitos que presentan a la población judía como intrínsecamente engañosa, manipuladora o peligrosa.
En el cuento de Medusa, ella era una sacerdotisa y sin embargo después de torturarla y maltratarla fue castigada convirtiéndola en un monstruo. Las víctimas israelíes de estos ataques eran personas inocentes que dormían o salían de una fiesta y, sin embargo, las contrapartes las trataron de malvadas a pesar de que los propios victimarios demostraron al mundo las atrocidades en las que participaron y el episodio fue tan extraño que el mundo entero no estaba dispuesto a aceptarlo: La mirada cegadora de Medusa también representa revelar la verdad y no querer aceptarla.
Secuestrar a los supervivientes de aquellos atentados ayuda como trofeo, como valor a intercambiar y como punto de vista para silenciarlos, como silenciar a Medusa cortándole la cabeza para que no diga todo lo que sabe.
Medusa representa un símbolo de fuerza para las mujeres supervivientes de agresiones sexuales. Al reivindicar la identidad de Medusa, están disipando la creencia de que ser víctimas significa que deben ser maldecidas o castigadas.
En el caso de que las mujeres israelíes violadas en ese atentado sigan vivas tras 5 meses de cautiverio como rehenes, las posibilidades de que estén embarazadas son muy altas. Las posibilidades de que estas mujeres cosificadas se sientan culpables por estar vivas son graves, más aún los fetos que pueden estar gestando no son producto del amor, sino del odio.
Una vez que el embarazo de estas mujeres llegue a término, tanto ellas como sus bebés y la nación sufrirán otra carga de deshumanización. Odio al padre desconocido, completa falta de identidad de los bebés que vendrán y extremadamente difícil de digerir por las políticas del Estado de Israel en relación con la ciudadanía de los neonatos. Esa es otra capa en la perversidad estética inculcada por Hamás en la sociedad israelí en miras a destruirla. Aunque el aborto podría ser una solución en el caso de que estas mujeres fueran liberadas, es ampliamente conocido en la comunidad médica que la realización de abortos después de la 10ª semana es de muy alto riesgo para la madre. Lo que resalta de nuevo la deshumanización de la mujer y la impotencia de cuidad su propio cuerpo por no hablar del futuro de las criaturas inocentes que están por venir.
A los ojos de sus victimarios -en los sucesos del 7 de octubre- ella (la mujer israelí) -ellos (Israel como estado democrático) es sólo una prueba más para que el autodenominado héroe (los yihadistas de Hamás) cumpla su misión y acabe aniquilándola al deshumanizarla por completo.
Los mitos deben evolucionar a través del arte y deben seguir contándose, dado que ni siquiera con el paso del tiempo pierden validez: ¿La historia de una mujer poderosa violada, demonizada y decapitada por una sociedad patriarcal? No parece tanto mito antiguo sino un hecho contemporáneo.
En 1995 Susana Chávez, poeta activista mexicana inició su movimiento #NIUNAMENOSNIUNAMUERTAMAS para visibilizar las desapariciones y asesinatos sistemáticos de mujeres en su país de origen. Diez años después ese mismo motivo #NIUNAMENOS tomó fuerza en Argentina y la gente comenzó a marchar reclamando al Estado y a las fuerzas de seguridad por la violencia doméstica y contra las mujeres; en 2017 el movimiento #METOO se apoderó de las redes sociales señalando con frenesí: el nivel de maltrato que muchas mujeres sufrieron en todo el mundo durante años debido a vejaciones impuestas por personas en altos lugares de poder que aprovechaban su jerarquía para someterlas so pena de quitarles el trabajo o maltratarlas aún más.
En 2009, el expresidente estadounidense Obama, entonces senador, para llegar a las comunidades musulmanas llevó a su equipo de relaciones públicas a utilizar las redes sociales y difundir su discurso; como resultado, las comunidades afroamericana y musulmana unieron sus fuerzas, lo que le ayudó a ganar las elecciones. Mientras que Hamás interpretó este discurso como una oportunidad para desviar la política estadounidense en Oriente Próximo, en Estados Unidos, con tanta falta de educación sobre este tema, los afroamericanos y otras minorías interpretaron esta afirmación como un llamamiento anticolonialista, aumentando así el odio hacia la causa israelí.
La presidencia de Obama coincidió con un intenso debate sobre las relaciones raciales y las cuestiones de justicia social, especialmente en el contexto de la brutalidad policial y el racismo sistémico. Aunque la elección de Obama fue vista como un símbolo de progreso, algunos críticos sostienen que la respuesta de su administración a estas cuestiones no sólo no logró un cambio significativo, sino que creó un efecto de honda polarización en la sociedad estadounidense, ya de por sí polarizada. Las reformas que hizo de la sanidad y su enfoque de la política exterior carecieron de claridad estratégica y no abordaron con eficacia las complejidades geopolíticas subyacentes.
Aunque la perspectiva neo-Marxista ha sido decisiva para poner de relieve las injusticias sociales y abogar por la igualdad, también ha sido criticada por su visión reduccionista del poder y su tendencia a ver todos los problemas sociales a través de la lente de la lucha de clases o la política de identidad. En el contexto del antisemitismo, ciertos análisis neo-Marxistas pueden llevar a convertir a los judíos en chivos expiatorios como representantes del poder económico o cultural, haciéndose eco de los tropos antisemitas tradicionales.
Tanto el posmodernismo como el neo-Marxismo han contribuido al desarrollo de enfoques interseccionales, que reconocen la complejidad de las identidades y experiencias de las personas. Aunque la interseccionalidad ha sido valiosa a la hora de poner de relieve las formas superpuestas de discriminación y opresión a las que pueden enfrentarse las personas, también ha sido criticada por pasar por alto o restar importancia en ocasiones al antisemitismo. Esto puede ocurrir cuando el antisemitismo se considera menos significativo o se confunde con críticas a las políticas israelíes, lo que lleva a no abordar las actitudes y comportamientos antisemitas dentro de los movimientos de justicia social.
En 2019 el lema #BLACKLIVESMATTER pobló las redes sociales y las calles de Norteamérica se colapsaron al marchar colectivamente contra el maltrato y el abuso de poder ejercido por la policía hacia los afrodescendientes.
A estas causas que el establishment decidió considerar "minoritarias" para reducir el peso de su responsabilidad en el asunto, se sumó la causa del movimiento #LGBTQ que, si bien viene luchando por sus derechos desde finales de los años 70, se hizo más latente aprovechando las voces activistas que aparecen en redes y pueblan las calles desde hace casi 7 años.
En respuesta a estos movimientos activistas, la izquierda liberal norteamericana creó una serie de iniciativas políticas donde la tolerancia, la igualdad y la inclusividad se impusieron a la hora de entrar en los programas institucionales, el trato hacia los diferentes debía ser mucho más modesto, más recatado, más comedido, más inclusivo, la iniciativa de inclusión entró por el lenguaje -el núcleo de la cultura- hasta el punto de que las lenguas española e inglesa, empezaron a transformarse a la hora de dirigirse a las personas -independientemente de su género de nacimiento- se sentirían incluidas según su decisión personal estos cambios no se redujeron a "ella, él o ellos", los cambios llegaron al punto de que un médico gineco-obstetra ahora después de 30 años de ejercicio profesional debe cambiar el nombre de los órganos con los que ha trabajado toda su vida para que "el paciente incluido" no se sienta diferente en caso de entrar a una consulta. Me pregunto: ¿no es esto una perversión del lenguaje?
También empezaron a producirse cambios en el trato político de las personas en los entornos laborales, ahora ni se te ocurra prestar atención a alguien en tu oficina porque te tacharán de viejo verde y/o te castigarán por traspasar los límites del pudor.
Los buenos modales y la comunicación entre personas del sexo opuesto se convirtieron en un martirio y una burla para todos.
Es una paradoja que estos cambios ocurrieran en Norteamérica después de tener un presidente gobernante afrodescendiente, esto marcó una diferencia con el establishment, la otra diferencia fue cuando votaron por un gobernante que dejaba mucho que desear porque cruzaba todos los límites establecidos y al mismo tiempo representaba a la crema y nata del grupo republicano. Ante la opinión pública habló vergonzosamente de las mujeres, de la población africana, de la población china, del gobierno ruso, de los inmigrantes, entre otras cosas, y así demostró que se burlaba del sistema capitalista, se aprovechaba y se beneficiaba de él, y además tenía la desvergüenza de gobernarlo.
En ese período se desarrolló la ley de inclusión y diversidad, que generó más confusión que éxito y mucho miedo y resentimiento. Mientras el movimiento #METOO se extendía por todo el mundo, uniendo las causas de mujeres que, aunque conocidas en todo el mundo, al principio tenían miedo de hablar de los abusos a los que eran sometidas: con este movimiento, se unieron a sus compañeras más desprotegidas y acabaron con las carreras de muchas personalidades de la política y el espectáculo, no solo por traspasar los límites de la decencia, sino porque quedó claro que varios poderosos aprovechaban su influencia para aprovecharse de sus subordinados.
Después de varios años de activismo social, inclusividad e igualdad, era de esperarse que algunos de los líderes o participantes de los movimientos #METOO, #BLACKLIVESMATTER, #NIUNAMENOS, #NIUNAMUERTAMAS e incluso #LGBTQ se pronunciarán en octubre de 2023 después de los ataques de Hamás en Israel ante los abusos y violaciones sistemáticas perpetradas contra niñas, mujeres, ancianas, bebés y hombres.
¿Por qué las Naciones Unidas no dijeron ni una palabra sobre el tema?
60 años después de la creación de las Naciones Unidas, las autoridades confirmaron que 12 personas que trabajaban para esta organización desempeñaron un importante papel activo en los atentados del 7 de octubre en Israel, en tareas que iban desde el secuestro de israelíes hasta el suministro de apoyo logístico al terrorismo.
La UNRWA nació para cuidar los derechos humanos de los menos favorecidos, con la marca de una campaña para celebrar la igualdad de derechos para las mujeres, la tolerancia y la inclusividad, con la agenda oculta de utilizar la generosidad y la empatía mundial para recibir donaciones a favor de la causa islamista palestina.
Por eso la ONU y la UNRWA ayudaron a crispar a los medios de comunicación cuando tuvo lugar esta masacre.
¿Por qué ninguna de las voces de esos activistas dice una palabra al respecto?
Los activistas que defendieron #BLACKLIVESMATTER vitorearon las acciones emprendidas por Hamás como una estrategia antiimperialista, y vieron en Israel, el símbolo de la única sociedad democrática y occidental de pequeña mancha oscura, que destaca en medio de todo un continente que reúne países islámicos. Tras el ataque a Israel, y careciendo de total información sobre el conflicto de Oriente Medio y o sobre temas complejos israelíes, sintieron que participando en las revueltas para Liberar Palestina, por una vez en su vida ellos (#BLACKLIVES) estarían del lado de los poderosos.
Los activistas que defendieron #METOO, #NIUNAMENOS, #NIUNAMUERTAMAS e incluso #LGBTQ no sólo no defendieron a Israel, sino que vitorearon a Hamás porque son de otra raza, porque no se sentían parte de la agenda de Hamás y porque hablar políticamente de estos acontecimientos podría conmover a sus protectores o patrocinadores y, por lo tanto, es mejor no hablar de ello y dejarlo debajo de la alfombra.
En teoría, no afectaría a la población local estadounidense. Pero los hechos demuestran que tanto republicanos como liberales estaban equivocados.
Una serie de protestas empezaron a brotar como un virus en distintas partes de Occidente (no sólo en Estados Unidos). Protestas no contra lo que había ocurrido, protestas que no exigían la entrega de los rehenes, protestas que no alzaban la voz por el bien común a nivel humanitario.
Las protestas se alzaron en voz alta con la frase Del río al mar Palestina será libre para cambiar la narrativa de la historia. Desde el río Jordán hasta el Mar Rojo esta es la zona donde se encuentra Israel en el mapa, la zona comprende los territorios de Judea y Samaria, antes de la partición de 1948, momento en el que un grupo de judíos americanos y europeos pidieron al Imperio Británico que les comprara unas tierras, de esta forma la colonia británica no tendría que ocuparse de su seguridad y ellos podrían desarrollarse en esas áridas tierras justificando su fe religiosa y los documentos que ofrecían probaban que sus familias judías estaban asentadas en esa zona desde hacía milenios.
Además como grupo judío no tenían otro país, otro lugar en el mundo para vivir, porque en todas partes habían sido desplazados, y a nivel tradicional y a nivel de culto religioso ese era su lugar... los ingleses aceptaron dar su pedazo a Israel y cuando hablaron con los vecinos árabes de la zona para ver a dónde se podían trasladar para hacer lo mismo, para dejar de ser gobernados por los ingleses y salir adelante, decidieron empezar una guerra para no cumplir el acuerdo, para acabar sistemáticamente con los judíos. En vez de construir eso empezaron a luchar por lo que sus vecinos estaban construyendo. En vez de construir eso, empezaron a luchar por lo que sus vecinos estaban construyendo.
Entonces, las protestas restaron importancia a los crímenes de secuestro, rapto, violación y tortura masiva y desviaron la atención hacia una historia en la que el pueblo palestino ha vivido en apartheid durante 70 años. Apartheid sería un lugar donde la gente no tiene derecho al voto, ni a la educación, ni a trabajar y servir, y está estigmatizada por su cultura, color de piel y religión. En Israel, el pueblo palestino tiene derecho al voto, tiene representantes en el gobierno, en la sanidad y en las escuelas, puede disfrutar de los mismos beneficios que cualquier otra persona israelí. En esas 7 décadas, Israel junto con otros líderes ha buscado múltiples intentos de acuerdos de redistribución de tierras a cambio de la paz.
La verdadera historia nunca pertenece a quien la cuenta. Cada uno puede tener su punto de vista y todos los puntos de vista se suman para hacer que toda la historia sea verdad, pero cuando muchos medios de comunicación se unen para contar una distorsión de una historia y utilizan varios idiomas a la vez que no desmienten, sino que cuentan la misma mentira, se crea una torre de Babel indescifrable y así hay más caos.
La narrativa árabe palestina enseña en los libros de historia para niños que Israel como Estado nunca existió, no está en el mapa, no habla de acuerdos internacionales, ni de las ofensivas que las organizaciones terroristas palestinas e islámicas han hecho para acabar con los judíos. Enseñan a los niños árabes palestinos que los judíos son el demonio y que es necesario aniquilarlos, para ello les enseñan a usar armas desde muy pequeños.
Cuando hablan a la opinión pública occidental dicen que los judíos les han subyugado y que viven en apartheid por su culpa, pero cuando hablan a Israel y a Occidente piden ayuda humanitaria porque viven desamparados, dicen que no tienen agua, ni servicios, sin nadie que les mantenga y tienen a todos sus hermanos y primos viviendo como vecinos en países árabes petroleros y multimillonarios a su alrededor que viven muy bien pero que les utilizan como conejillos de indias para sus millonarias campañas de ayuda humanitaria y como escudos humanos para sus actividades terroristas, es decir, son los amos del teatro del marketing y del terror. Goebbels y su equipo también eran maestros del marketing y del terror....
Tuvieron que pasar 120 días para que la Corte Penal Internacional aceptara calificar a Hamás como autor de crímenes contra la humanidad en el caso del 7 de octubre en Israel, esto fue sólo un tecnicismo, lo importante era devolver pronto a las víctimas secuestradas, porque mientras algunos dirigentes deciden cómo intercambiarlas, lo que queda de estas personas sigue siendo sometido a humillaciones y torturas.
"Salo o los 120 días de Gomorra", narra precisamente eso: 120 días de tortura y humillación, en referencia a la historia bíblica de Sodoma y Gomorra. Passolini, que articula brutalmente el fascismo italiano, hace en 1960 una apología del sadomasoquismo narrado de forma "estética".
La historia de Passolini se desarrolla en Italia en torno a 4 personajes adinerados que coinciden en que sus hijas están en edad de casarse y sería bueno conseguirles un marido, por lo que ponen a prueba a los pretendientes. ¿El objetivo?
Satisfacer sus deseos fetichistas homoeróticos. Aprovecharse de la inocencia y el deseo de estos jóvenes y, al mismo tiempo, ofrecerles una gran oportunidad de conocer los placeres de una vida alegre antes de sus bodas. Las pruebas resultan ser brutalmente agravantes y les permiten complacerse de forma sádica y voyerista. La máscara de la bondad al pensar en el otro queda encubierta por la perversa necesidad de estos hombres de aprovecharse de estas chicas (¡¡sus hijas!!) y de la valentía y gallardía de sus pretendientes. Las Pruebas obligan a las participantes a someterse a diversas parafilias fetichistas: pedofilia, coprofilia, coprofagia, incesto y homosexualidad, entre otras.
¿Cuál era el motivo para someterlos a estos agravantes?
¡Una perversión puramente estética!
El juego perverso de los cuatro poderosos personajes de la película de Passolini podría compararse al juego sádico y perverso con el que Yehya Sinwar (Autoridad Palestina), Ali Jamenei (líder supremo de Irán), Ismail Haniya (líder político de Hamás) e incluso Benjamin Netanyahu (presidente de Israel) están jugando sus cartas para aceptar la liberación de los secuestrados por Hamás.
Estos líderes disfrutan de su poder porque saben que la filosofía de la cultura judía es luchar por la vida, antes que nada, así que Israel aceptaría incluso la liberación de 10 israelíes (víctimas, torturados que no han hecho más que someterse a sus humillaciones) a cambio de 5 veces ese mismo número de personas (no iguales sino criminales, matones o terroristas) sin la seguridad de que sus personas físicas regresen... ojalá vivas.
Hablando de este perverso juego, no puedo evitar acordarme de "La arquitectura de la perdición", una película que James Cohen estrenó en 1989, curiosamente el mismo año que cayó el Muro de Berlín.
¿Por qué digo curiosamente? Al igual que en la película de James Cohen, Hitler destruye ciudades y rompe estructuras cambiando el Orden Mundial, de la misma manera que romper el Muro de Berlín destruyó estructuras de poder, reunificó Alemania y generó un Nuevo Orden Mundial.
Cohen en su película narra con archivos fotográficos de la Segunda Guerra Mundial escenas en las que Hitler y su equipo de colaboradores hacen planes estratégicos sobre cómo van a borrar de la historia y de la faz de la tierra aquellas obras de arte que consideran degeneradas y aquellas estructuras arquitectónicas que levantan ciudades que en su opinión no deben seguir existiendo por el mero hecho de atentar contra su propia versión de lo estéticamente correcto.
Hitler clasificó y catalogó todo aquello que no coincidía con los cánones clásicos de la cultura griega y lo tachó de impropio o degenerado por lo que, en su opinión, debía ser borrado. Todo era un teatro porque, al mismo tiempo que se expoliaban obras tanto de colecciones privadas como de museos con el pretexto de destruirlas por degeneradas, esas mismas obras eran revendidas a otros grandes museos y así crecieron las grandes colecciones de museos como el MET, el MOMA, el Guggenheim, el Museo RUBIN, el Museo Thyssen Bornemisza y otras importantes colecciones de arte del mundo.
Su desenfrenada pasión homoerótica por las esculturas de cuerpos blancos prístinos y marmóreos le llevó a comparar la raza aria con la época grecorromana y decidió que toda Europa debía parecerse a ella.
Insinuando que todas las razas que no fueran meramente blancas y puras, es decir, judíos, gitanos, semitas, personas de piel negra y, de paso, homosexuales: ¡habían de ser borradas!
Como cuando uno escribe con un estilete, la tinta se derrama sobre el papel y uno trata de raspar la superficie para no dejar rastro de esa marca, salvo que no se trataba de derrames de tinta de color sino de personas.
Así que aprovechó la situación durante la recesión europea para instigar un sentimiento de patriotismo entre los alemanes, luego entre los italianos y los franceses, dirigiendo hordas de grupos juveniles en formaciones marciales que asumían la necesidad imperiosa de erradicar todo y a todos los que no se parecieran a ellos en su piel y raza y los aniquilaban sistemáticamente.
Las imágenes de archivo de la película muestran a Hitler como si fuera un niño entrando con su pequeño tractor sobre varias ciudades que va destruyendo como si fueran de cartón, sin ton ni son como si fuera un juego.
Luego, en sus discursos, podemos ver a personas carentes de directrices sobre cómo resurgir en una época de plena recesión y falta de valores identitarios.
Destruir la arquitectura de países enteros y acabar con el legado cultural de varias generaciones y culturas es la forma de acabar con la identidad de estos grupos culturales.
Eros, Tánatos y parafilias sexuales: fetiche sadomasoquista de pervertir la inocencia llevando la idea del deseo al extremo del dolor. Estas prácticas no están lejos de las películas snuff.
Género macabro del cine de terror que consiste en filmar una escena de abuso y/o asesinato mientras tiene lugar en directo. Muchas veces se ha utilizado en guerras para mostrar este tipo de imágenes como forma de tortura. En los últimos años hemos visto decapitaciones en directo por televisión, imágenes que no difieren en nada de los espectáculos del coliseo romano donde se linchaba a los hombres y se los arrojaba como presas a los leones o como en la época de la Revolución Francesa cuando se cortaban cabezas en la guillotina en el centro de la ciudad para atemorizar al pueblo y demostrar quién tenía el poder.
Las películas grabadas por Hamás con los teléfonos móviles de las mismas víctimas de humillaciones, violaciones, mutilaciones y asesinatos brutales fueron enviadas a sus familias con el perverso motivo de generar un shock sadomasoquista y de alguna manera someterlas a una crisis de identidad y de falta de fe en sus propios valores, haciéndoles creer que nadie las protegería.
Tengo mucha curiosidad por entender qué hay detrás de la motivación de una psique perversa como la que llevan estos personajes, que disfrutaban con las atrocidades que cometían mientras alardeaban orgullosos de ellas delante de sus propios padres.
¿Cuál es su motivación? Una perversa necesidad estética similar a la de Hitler, similar a la del Marqués de Sade, similar a la experimentada en la época de Sodoma y Gomorra, y quizá llevada un poco más lejos similar a la excitación experimentada por los neoliberales extremos que creen que porque envían dinero y ayuda humanitaria a causas en las que creen fervientemente les excita ver sufrir a un grupo de personas, sólo son espectadores cómplices de lo que ocurre pero no hacen más que aplaudir y alzar la voz, porque es más fácil ver a otros luchar o ver a otros suicidarse que asumir que ellos serán los siguientes.
150 días después de que se produjera esa masacre, la Humanidad no es la misma. Los órdenes mundiales cambiaron, los valores tácitamente acordados tras las dos guerras mundiales del siglo XX ya no son los mismos, las políticas de inclusión, de equidad están desfasadas y los poderes del pasado tampoco son los mismos. Ahora lo único que cuenta es tener poder, amasar más capital y ver en la pantalla cómo otros se parten el alma.
Como humanista, los movimientos #NIUNAMAS, #NIUNAMENOS, #METOO, #BLACKLIVES MATTER, y #LGBTQ entre otros, que dan visualización a los problemas de las supuestas minorías me parecen necesarios y válidos. Sin embargo, no entiendo la falta de empatía por parte de todos aquellos que votaron por la tolerancia, la diversidad y la inclusión, pero hicieron la vista gorda cuando esta macabra matanza y tortura comenzó a ocurrir en Israel.
No creo que los movimientos #METOO, #NIUNAMAS, #NIUNAMENOS hayan servido para concienciar a las minorías, más bien creo que ha faltado una gestión informada de hacia dónde dirigen su mirada los políticos, las redes sociales y los nuevos influencers.
Si bien la perspectiva neo-Marxista ha sido fundamental para poner de relieve las injusticias sociales y abogar por la igualdad, también ha sido criticada por su visión reduccionista del poder y su tendencia a ver todas las cuestiones sociales a través de la lente de la lucha de clases o la política de identidad. En el contexto del antisemitismo, ciertos análisis neo-Marxistas pueden llevar a convertir a los judíos en chivos expiatorios como representantes del poder económico o cultural, haciéndose eco de los tropos antisemitas tradicionales.
Tanto el posmodernismo como el neo-Marxismo han contribuido al desarrollo de enfoques interseccionales, que reconocen la complejidad de las identidades y experiencias de las personas. Aunque la interseccionalidad ha sido valiosa a la hora de poner de relieve las formas superpuestas de discriminación y opresión a las que pueden enfrentarse las personas, también ha sido criticada por pasar por alto o restar importancia en ocasiones al antisemitismo. Esto puede ocurrir cuando el antisemitismo se considera menos importante o se confunde con las críticas a las políticas israelíes, lo que lleva a no abordar las actitudes y comportamientos antisemitas dentro de los movimientos por la justicia social.
Lo que ocurre y ha ocurrido con el acceso a un mundo globalizado es que todas las personas del planeta se sienten con derecho a opinar y liderar masas que distorsionan el mensaje porque sus opiniones se basan en puntos de vista personales no transversales, es decir, basados en su propio dolor no en experiencias que puedan ser comparadas filosófica, ideológica e históricamente con lo que ocurre en otra cultura situada diametralmente en el lado opuesto del planeta.
Juzgan desde un punto de vista muy reduccionista y no tienen en cuenta todos los factores que iluminan los problemas. Esto terminó polarizando aún más el mundo, generando un efecto rebote y muchas personas que se dicen liberales o de izquierda terminan cuestionando y juzgando perversamente aquello que tanto han cuidado como efecto de una perversión meramente estética. Universidades elitistas de primer nivel en E.E.U.U. como Harvard, Cornell, Yale y Penn, que solían ser centros de conocimiento, diálogo e "inclusividad universal" se impregnaron totalmente de este pensamiento superficial y vendieron sus almas e ideales al patrocinador que financia su cátedra tergiversando la idea de tolerancia, diversidad, igualdad e inclusividad por una visión pervertida al respecto.
Hace dos fines de semana, asistí a una obra de teatro, que tuvo lugar en el Public Theatre de Nueva York. El Public Theatre es uno de los edificios públicos de estilo victoriano más importantes de esta ciudad.
Su diseño arquitectónico contrasta con la estética de sus carteles: un avance en el diseño gráfico para la promoción teatral, con el reto de generar conciencia pública y acercar a los espectadores a un público más diverso. El diseño busca llamar la atención desde el centro de las ciudades hacia los suburbios, especialmente para atraer a quienes no van al teatro.
Como trampantojo al nombre del teatro, el director de este teatro gana anualmente 5 veces más que todos los directores de teatros de la ciudad y recibe financiación de diversos fondos porque es un teatro "público", de modo que la inclusividad y el igualitarismo en este teatro deben interpretarse con un añadido de sal.
La obra que vi, "El aliado", del director israelí, Itamar Moses, entreteje de forma un tanto desorganizada varias tramas paralelas que enfrentan a un hombre blanco, judío, israelí-americano a tomar partido frente a diversas cuestiones como:
a. La injusticia y el uso excesivo de la fuerza contra los afroamericanos en Estados Unidos.
b. La fuerza estadounidense en su participación en la ayuda a los palestinos de Gaza ante la guerra de Hamás contra Israel.
c. Racismo contra la población asiático-americana.
d. Reconocimiento del desplazamiento de los árabes palestinos que crecieron en Israel durante el periodo de su independencia de la colonia británica y su no aceptación de dicha partición.
e. La posibilidad de perder la identidad judía y ser aniquilados de nuevo si se les da la opción de ser empáticos con los problemas de la sociedad islamo-palestina.
f. Cuestiones de género.
g. El reconocimiento de las poblaciones indígenas americanas. A cambio de haberlos desplazado y eliminado de sus territorios, ahora que utilizan sus tierras sagradas, construyen edificios que en la medida de lo posible cumplen un fin social o humanitario.
El espectáculo insinúa suavemente los diferentes puntos de vista de cada posición, cada personaje con un punto de vista genuino, y sin embargo ninguno acepta la posición del personaje judío porque no se sostiene en su propio punto de vista, por miedo a no ser validado, querido y recordado.
Al final de la trama, el protagonista se enfrenta al dilema de luchar por lo que cree o dejarse utilizar como bandera de causas ajenas a él, que asume precisamente por ser judío: siente una culpa inconsciente por pensar que su situación no es tan mala como la de los demás y por ello tiene que renunciar a su derecho a la autoaceptación con la creencia de que así podrá ser reconocido, querido, respetado y validado como él siente que le gustaría ser.
Tener un cargo-tenencia o cátedra en la universidad representa siempre una toma de posición política, lo cual es una paradoja porque eso hace pervertir la idea de universalidad, y desplaza la posibilidad de diálogos abiertos y auténticos.
Los profesores que quieren aferrarse a sus cátedras, ser amigos y al mismo tiempo ser guays, empáticos, y ser recordados por los demás colegas, se sienten angustiados por ello, el personaje de esta trama se siente culpable por estar ahí, creyendo que realmente lo tiene más fácil que los demás...
Casi toda la audiencia en el auditorio pertenecía a una población blanca liberal judía y americana, no había población africana, ni china, ni árabe, y quizás algunos anglicanos y/o católicos. La obra terminó y todo el mundo aplaudió, excepto mi grupo de 4 judíos, 2 israelíes y 2 latinas que se fueron con un nudo en el estómago pensando que este pellizco de gente liberal estaba instigando más antisemitismo disfrazado de humanismo.
Nota curiosa: era una tarde lluviosa de sábado, y a la salida del teatro, un grupo de Hasidim hombres (o disfrazados) y cubiertos con bolsas de plástico protegiendo sus shtreimels del agua mientras protestaban con pancartas ¡Liberad a los palestinos ya!
En la gala de los Oscar de esta semana, algunos artistas utilizaron un alfiler amarillo (símbolo de los héroes de la guerra entre Estados Unidos e Irak que regresan a casa) para dirigirse o bien a un llamamiento a liberar a los rehenes para que vuelvan a casa o bien para significar el heroísmo de las personas que luchan por su causa en Israel-Gaza mientras se posicionan en público.
Otros artistas utilizaron un alfiler rojo para referirse a la guerra entre Israel y Gaza. Para los israelíes, este alfiler simboliza la mano empapada en sangre de Aziz Alha (policía palestino tras linchar y asesinar a 2 reservistas israelíes que entraron en Ramala en 2000 durante la 2ª Intifada).
Para el público en general, que no está imbuido en todos los aspectos del Conflicto de Oriente Medio y tiende a tomar ideas prestadas para hablar en función del número de seguidores que un influencer o un periodista tiene en sus cuentas de redes sociales, podría significar Alto el fuego ya, y/o Israel es igual a Genocidio.
El problema es que el uso de símbolos es muy delicado cuando el público popular no tiene ni idea de cómo leerlos.
¿Qué quiero decir con todo esto?
El ataque de Hamás contra israelíes puede considerarse un ejemplo de cómo se entrecruzan las perversiones estéticas y las ideologías discriminatorias. Hamás, como organización designada terrorista, opera en un contexto geopolítico complejo en el que las narrativas de la alteridad y la deshumanización se utilizan para justificar la violencia contra los enemigos percibidos, incluidos los civiles israelíes. Este atentado refleja la perpetuación de ideologías nocivas y desequilibrios de poder que sustentan el patriarcado y el antisemitismo.
En general, el atentado de Hamás sirve como trágica manifestación de cómo las perversiones estéticas, el patriarcalismo y el antisemitismo pueden converger en conflictos del mundo real, perpetuando ciclos de violencia y discriminación basados en ideologías y percepciones distorsionadas.
Como mujer judía y humanista siento que tengo el deber de seguir inspirando conciencia para favorecer un mundo más empático en el que se comprendan todos los grupos, culturas y razas. Un terrorista, sea del grupo cultural que sea, no tiene cabida en ninguna sociedad civil y estas células deben ser neutralizadas. Las perversiones "estéticas" de muchos grupos están polarizando aún más este mundo y debemos ser conscientes de que si no hablamos y contamos la historia, otros por negligencia o alfabetización lo harán por nosotros y ya no estaremos para contarla y prevenirla.
Rosemarie Gleiser
PhD en Arte e Investigación (UCLM, España), MFA Studio Art (NYU, E.E.U.U.).
Rosemarie es una artista visual interdisciplinar, escritora e investigadora afincada en Nueva York. Su trabajo explora: la identidad, lo femenino, las mujeres y las dinámicas de poder en las relaciones humanas.
Marzo, 2024
@Arte_rosemariegleiserb www.rosemariegleiser.com
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