78 años después
Por David A. Rosenthal
Hace casi 78 años, la Alemania Nazi fue derrotada por el Ejército Rojo soviético, el 9 de mayo de 1945, cuando capturó Berlín. Adolf Hitler quien sacudió a Europa y de paso al mundo entero, se suicidó o para algunos escapó, el caso es que su Reich de 1000 años no duró ni una década, pero sí cobró la vida de por lo menos 50 millones de personas. Sin lugar a dudas, algo nunca antes visto. Luego del fin de semejante magnitud de horror, el mundo no deseaba ninguna otra guerra, más hubo a quienes la guerra indirectamente les terminó favoreciendo.
Los ganadores de la guerra indudablemente fueron: Estados Unidos, Rusia, Inglaterra y a la final Francia, también, que, a pesar de haberse entregado a Hitler, luego el general Charles De Gaulle, se encargaría de poner a su nación en el bando de los aliados y ganadores. Aunque la Francia de Vichy, del mariscal Petain, por poco termina como la Italia de Mussolini. La Segunda Gran Guerra fue la continuación de la Primera Guerra Mundial. Francia en especial se había encargado de imponer un embargo casi total a Alemania, en el tratado celebrado en su monumento nacional, el Palacio de Versalles.
El terror que causó la guerra contra los Nazis, Italia y Japón, sus principales aliados, sucumbió al sistema internacional de la época. Además, las anexiones por parte de Alemania de Austria, República Checa y Polonia principalmente, fueron permitidas por las demás naciones. Hasta cierto punto fue legítimo el régimen que impuso el demente canciller Hitler, quien había usurpado el poder de manos de un senil presidente, el mariscal von Hindenburg, el veterano mando militar de la Primera Guerra Mundial. Así las cosas, luego del incendio al Reichstag (Parlamento alemán) en 1933, el poder quedó centralizado en la figura de un tirano. Adolf Hitler, quien había sido condenado por un intento inválido de Golpe de Estado en 1923, con la milicia paramilitar Sturmabteilung (SA) y con el más importante estratega militar de Alemania, Enrich Ludendorff, ahora tomaría el poder.
Luego del fracaso del “Putsch de Múnich” de 1923, Hitler huyo a casa de un amigo personal, Ernst Hanfstaengl. Hitler intentó suicidarse, pero la esposa de Hanfstaengl no lo permitió. El crimen que habían cometido Hitler, Ludendorff y Rohm, junto con los otros cabecillas daba para pena de muerte, pero en vez de eso fueron condenados a prisión. Ludendorff fue de hecho absuelto, pues era una de las figuras más importantes de la historia reciente alemana.
De los cinco años que habían dictado a Hitler, solo cumplió nueve meses. El juicio que fue realizado en Leipzig fue aprovechado como campaña política por parte del futuro canciller del terror. Además, se había salvado de ser deportado a su natal Austria. Es así que, para diciembre de 1924, quien luego desataría la Segunda Guerra Mundial estaba de nuevo en libertad y ahora empezaría a difundir su libro propagandístico y totalmente antisemita: “Mi Lucha”, que había comenzado en los meses de reclusión.
Hitler volvería a atacar en 1925, creando de nuevo el partido Nacionalsocialista que se presentaría a las elecciones de 1928 y terminaría derrotado en el último lugar en la República de Weimar. Finalmente, para 1933, sería designado como canciller gracias a Franz von Papen que por medio de intrigas subió a Hitler al poder. A pesar de haber perdido en el 32 nacionalizado como alemán, las elecciones presidenciales, pero quedando como segunda fuerza el partido Nazi, ahora Hitler tenía el poder de una nación tan importante como Alemania.
Terribles hechos precedieron su ascensión al poder, pronosticando lo que sería el principio del fin de su corto pero catastrófico y despiadado gobierno. “La noche de los cuchillos largos” cuando la SS y la Gestapo, destruyeron a la SA, detuvieron y luego ejecutaron a Rohm, quien era homosexual. Comenzando así también una cacería de brujas contra los homosexuales, quienes luego fueron diferenciados en los campos de concentración con los triángulos rosas. Fueron asesinados o arrestados todos los enemigos políticos y antiguos rivales de Hitler, Göring y Himmler. También se instauraron las políticas eugenésicas Nazis, que eliminaban a quien no consideraran apto para la sociedad.
El otro terrible suceso en 1938, luego de haber mermado su antisemitismo por unos años, la renovada SA, la SS y la SD, por órdenes de Hitler y sus camarillas, lanzaron un ataque en conjunto para sabotear y vandalizar los comercios judíos, quemar todas las sinagogas de Alemania y Austria y destruir y saquear las casas de los judíos. Fueron asesinados al menos 100 judíos y más de 30 mil fueron deportados a los ya existentes campos de concentración. Este hecho dio paso a lo que luego sería la solución final y el holocausto judío que cobraría los seis millones de muertes, entre esas un millón y medio niños, perpetuadas por el régimen.
Finalmente, luego del exterminio masivo, de experimentos en humanos, de destrucción de hogares y de un fin de la humanidad incluso. Los aliados encabezados por Sir Winston Churchill, el único líder del mundo que declaró la guerra a Hitler y defendió al Reino Unido de la expansión Nazi por toda Europa, Franklin D. Roosevelt y Iósif Stalin derrotaron en conjunto al horror que se hizo llamar Tercer Reich.
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