¿Por qué pierdo el control? Ignorando mi mundo interior
Por el rabino Isaac Sitt
No sé si te ha pasado. Empiezas una junta de negocios o una reunión con tus amigos con la mejor disposición, con la intención de llegar a acuerdos; te sientes paciente y balanceado. Sin embargo, a los pocos momentos de haber iniciado el encuentro, explotas, estás herido, agrediendo y renunciando a toda posibilidad de llegar a una decisión que convenga a todos. Te sientes fuera de ti mismo. Después de unos momentos de tranquilidad te preguntas qué pasó, de dónde vinieron tantos sentimientos, por qué no pudiste manejar mejor la situación.
Seamos realistas, ignorar nuestros sentimientos no hace que desparezcan, sino que nos vuelve ciegos a su influencia, pues estos empiezan a impactar sobre nuestras decisiones, relaciones y estados de ánimo
En mi opinión, el origen de dichas situaciones por las que atravesamos la mayoría de las personas, es ignorar las cosas que están sucediendo en nuestro interior; no queremos sumergirnos en nuestro mundo y ver lo que hay ahí y por eso actuamos como si nada estuviera pasando. Compramos la idea de que estamos bien y que vamos caminando por la vida relajados. No es que ignoremos lo que hay dentro de nosotros, al contrario, estamos tan seguros que hay tanto, que nos asusta y al no tener la certeza de poder resolverlo, preferimos no tomarlo en cuenta.
Seamos realistas, ignorar nuestros sentimientos no hace que desparezcan, sino que nos vuelve ciegos a su influencia, pues estos empiezan a impactar sobre nuestras decisiones, relaciones y estados de ánimo. Los sentimientos están para alertarnos acerca de nuestro yo interior, para saber cómo se encuentra nuestro bienestar emocional, y al ignorarlos lo que hacemos es despejar el camino para que ellos actúen.
Es normal que no queramos sentir la incomodidad de estar tristes, enojados, lastimados, avergonzados o frustrados, pero identificar estos estados nos permite saber qué está pasando con nosotros, dónde están las heridas internas para poder sanarlas, dónde están los mensajes negativos que nos decimos para poder modificarlos.
El judaísmo narra sobre los espías que fueron a explorar la tierra de Israel y que a su regreso desafían la promesa divina de conquistar la tierra y reportan que morirán en el intento. Explican sobre las dificultades que implicará la conquista y cómo ni siquiera con la ayuda de D-os podrán lograrlo. Los comentaristas han escrito diferentes explicaciones de las causas que motivaron a los espías a dudar de D-os y a impulsar al pueblo a que se negara entrar a la tierra prometida; el consenso habla de necesidades emocionales que querían satisfacer: honor, poder, miedo.
En el texto es claro que ellos no estaban conscientes de esto, ya que de haberlo estado hubieran podido distinguir que lo que los movía a rehusare a entrar a la tierra no era su duda sobre D-os y su poder, sino sus propias motivaciones internas. Era absurdo dudar del poder de D-os, quien había demostrado su omnipotencia frente al imperio más poderoso de la época y había revelado su control absoluto de todos los elementos de la naturaleza. Pero para ellos era posible porque lo que los motivaba no era una duda lógica sino cuestiones internas que no querían identificar.
Me parece que el mensaje es claro. No hay que condenar lo que sentimos, no hay que temerle. Los sentimientos están para protegernos y para generar un crecimiento y desarrollo de nuestra persona, pero tienen que ser atendidos, no nos podemos olvidar de ellos, porque de hacerlo, estarán presentes y podrán boicotear las cosas que más deseamos, nuestras metas más importantes.
Asusta voltear a ver nuestro interior, pero asusta más cargar heridas eternas que nos lastimarán todo el tiempo si no nos ocupamos de ellas y las sanamos.
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