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Raquel Liberman y la Organización Zwi Migdal



Por Sarah Klahr Elmaliah

Hay un episodio en la historia de la comunidad judía argentina que se quisiera olvidar, y que hubiese pasado por desapercibido a no ser por Raquel Liberman.


Se trata del establecimiento de una organización judía de proxenetas y de burdeles judíos en Buenos Aires. Esta organización, llamada Zwi Migdal, engañaba, secuestraba y esclavizaba a mujeres inmigrantes para hacerlas trabajar en burdeles. La organización estaba amparada por la corrupción de la institución policial argentina


La organización trajo de manera fraudulenta a miles de niñas judías de Europa del Este a Sur América, especialmente a Argentina y las obligó a trabajar en burdeles mientras los padres inocentemente pensaban que las niñas iban a trabajar en hogares de judíos ricos, o a casarse con hombres de la comunidad judía, y que así podrían salir de la pobreza y escapar del antisemitismo.


La organización acumulo mucho poder, dinero e influencia. Jueces, policías, funcionarios gubernamentales y políticos recibieron sobornos de la organización para mirar al otro lado y no disturbar sus actividades.


La organización nació con el nombre de Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia. Y ese nombre lo llevó desde su creación en 1906 hasta pasada la mitad de la década de los 1920, cuando adoptó el nombre con el que se la conoció después, Zwi Migdal. Tenían un cementerio, daban ciertos servicios de salud, brindaban otros beneficios y organizaban algunas actividades sociales como hacían muchas de las entidades de comunidades instaladas en el país. Además, contaba con una gran sede.


La Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia era, principalmente, una fachada para que se congregaran cientos de rufianes. Bajo la apariencia de una sociedad de ayuda, la organización Zwi Migdal reclutaba mujeres judías pobres de Europa del Este para explotarlas sexualmente en Buenos Aires y otras ciudades.


Algunas jóvenes habían llegado engañadas y otras si sabían a lo qué venían, pero ninguna se pudo imaginar lo que tendrían que vivir. Las condiciones de vida eran deplorables. Eran esclavas sexuales, explotadas, que dedicaban toda su existencia a servir sexualmente a los clientes que asistían a los prostíbulos.


Albert Londres, un corresponsal francés que en 1927 fue de los primeros en estudiar el tema en su libro El camino de Buenos Aires en el que apunta que las jóvenes atendían 70 clientes diarios. Hay otro que hablan de 50 clientes por día. De lo que no cabe duda es que las jóvenes debían atender cliente tras cliente. En esos años, la prostitución era una actividad legal y reglamentada. Recién en 1936 se prohibió.


Los "teme’im" (impuros), como llamaban a los miembros de la organización Zwi Migdal en la comunidad judia, no fueron bien recibidos e incluso fueron enterrados en una parcela especial que se les asignó en las afueras del cementerio judío.
En una ocasión en el día de Yom Kipur, cuando los miembros de la organización acudieron a la Gran Sinagoga de Buenos Aires, vestidos de blanco, con kipot y sidurim para rezar junto a toda la comunidad, muchos de los congregantes (hombres, mujeres y niños) salieron de la Sinagoga y se pararon en para no dejarlos entrar gritándoles: "teme’im" (impuros).
El jefe de la organización intentó hablar con el rabino para hacerle entender que ellos son judíos como todos los demás judíos, y que este también es su Yom Kipur, pero el rabino decidió que no tenían lugar en su sinagoga.

La organización operó hasta 1930 y llego a contar con alrededor de 4.000 mujeres y niñas.


Raquel Liberman fue la mujer que se atrevió a desafiar con su denuncia a la organización judía de tratantes de blancas. Ella se rehúso a aceptar la situación, se rebeló, y con mucha valentía expuso a sus opresores salvando así la vida miserable de muchas jóvenes.


Para su libro La Polaca, Myrtha Schalom empezó a investigar sobre el tema de la prostitución y los proxenetas judíos y así llego a reconstruir la historia de la organización hasta llegar a la acusación de Raquel Liberman. Al exponer los resultados de su investigación, recibió información, relatos familiares, documentos, cartas y fotos de familiares y todo aquello corroboran la historia.


Raquel Liberman nació en Berdychiv (Ucrania) en 1900. Al poco tiempo la familia se trasladó a Varsovia. Allí se casó con Yaacov Ferber en 1919. Al año siguiente tuvo su primer hijo. Y en 1921, cuando estaba embarazada de su segundo hijo, su esposo emigró a Argentina en busca de trabajo.


En septiembre de 1922, Raquel llego a Argentina con sus dos hijos y se establecieron en Tapalque, en el centro de la provincia de Buenos Aires. En ese pueblo, su cuñada Elke oficiaba de madame en un prostíbulo.


En 1923, Yaacov contrajo tuberculosis y falleció. Raquel, siendo muy joven, con dos hijos pequeños y sin saber el idioma ni conocer el país, se vio en la necesidad de ir a la ciudad de Buenos Aires a buscar trabajo, dejando a sus hijos pequeños al cuidado de unos vecinos.


Al no encontrar trabajo, empezó a trabajar como prostituta. Raquel Liberman trabajó durante varios años en los prostíbulos de la Zwi Migdal. Durante seis años Liberman permaneció prisionera de esta red, pero con la complicidad de un cliente logró ahorrar dinero para lograr su libertad.


Se casó con José Korn, que resultó ser un enviado de la Zwi Migdal para lograr que ella cayera de nuevo bajo sus garras. Pero luego Jose estafó a Raquel y de manera fraudulenta adquirió a su nombre una casa con dinero de ella. Korn instaló en esa casa un prostíbulo. Raquel se quedó, una vez más, sin nada. Y ahí comenzó su búsqueda de justicia.


Raquel reclamó su dinero, que sería su independencia. Al no recibirlo, ella denunció la estafa de Jose Korn, pero nadie en la organización creyó que siendo una prostituta polaca alguien la fuera a escuchar. Esta pequeña estafa fue el principio de la caída de ese emporio de la prostitución, que recaudaba millones por año.


El comisario Julio Alsogaray, con fama de incorruptible, recibió la denuncia, escuchó lo que Raquel le decía y se puso en movimiento. Hacía años que estaba detrás de la organización pero siempre chocaba con el muro de silencio y complicidad. Alsogaray le advirtió a Raquel los riesgos de su denuncia, pero Raquel eligió seguir adelante. Se encontró también con el magistrado Manuel Rodríguez Ocampo, un juez honesto.


Para proteger a sus hijos Raquel mintió sobre su origen. Contó que viajó seducida por una propuesta engañosa de matrimonio y que al desembarcar en el puerto fue secuestrada y obligada a prostituirse.


Raquel, que comenzó sólo reclamando su deuda, terminó denunciando y describiendo el funcionamiento de la red criminal. Con su denuncia, Raquel provocó la caída de la Zwi Migdal. El juez ordenó 108 detenciones. Pero con el tiempo casi todos quedaron liberados. Sólo dos fueron condenados un par de años después. La caída no fue una consecuencia planeada pero la Zwi Migdal no pudo resistir el embate y ese fue su final.


La opinión pública se estaba volviendo más moralista. En 1936 la ley concerniente a la prostitución quedo vigente. Asi las circunstancias hicieron que la organización cayera y que el emporio de los rufianes quedara destruido. Raquel no llegó a verlo pues había muerto el año anterior.


Raquel Liberman vivió sólo 35 años. Escapó de la miseria en Polonia y viajó con esperanzas a la Argentina, en busca de una buena oportunidad en la vida. Allí encontró abusos y explotación. Sin embargo, se animó a luchar, a pelear por lo suyo. Ese es su legado.

Y unas preguntas quedan sin respuestas ¿Cómo permaneció en silencio la comunidad judía? ¿Cómo no se levantaron y tomaron medidas? ¿Cómo no ayudaron a las miles de niñas que sufrieron estas atrocidades?  ¿Qué respuestas le pueden dar a esos padres que confiaron en la comunidad judía de Argentina y la protección que darían a sus correligionarias?
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