Trump y los Acuerdos de Abraham
David A. Rosenthal
Pareciera increíble que, tras décadas de fuertes tensiones, enfrentamientos y guerras, en el Medio Oriente, la realidad empieza una transición positiva y que será de gran importancia para esta región, y en un momento histórico, pues la pandemia que ha causado un cataclismo en la mayor parte del globo terráqueo, no exceptúa al Oriente Próximo, que sin duda alguna sigue siendo un punto clave geopolítico y geoestratégico.
Los Acuerdos de Abraham, bautizados así en honor al patriarca Abraham, que nació en el año 1813 a. e.c en Ur Kaśdim -Ur de los Caldeos- y emigró hacia Canaán por orden de su Dios, convirtiéndose en el padre del monoteísmo, que significaría el origen del judaísmo, cristianismo e islam. Además, gran parte de la estructura del mundo occidental, es gracias al judeocristianismo, asimismo como a Grecia y a Roma. Ahora bien, estos Acuerdos, que normalizaron las relaciones entre Israel y los Emiratos Árabes en un principio, luego se replicaron en otras naciones del golfo pérsico y del mundo árabe como: Bahréin, Sudán y recientemente con Marruecos. E, incluso podría ser la propia Arabia Saudita, quien restableciera plenas relaciones con Israel, antes que culmine el gobierno Trump.
Donald J. Trump, no solo será recordado por haber movido la embajada americana a Jerusalem -capital del Estado hebreo- sino como haber promovido la paz en todo el Oriente Próximo
Sin precedentes. El actual gobierno de los Estados Unidos, ha ejecutado una política exterior en el Medio Oriente tan eficaz y bien elaborada que quienes no quieren aceptar entrar en estas negociaciones es porque en definitiva son enemigos de que las cosas marchen en su debido orden. Irán, Líbano (influenciado por Hezbolá) y la Autoridad Palestina, no harían un esfuerzo real por el intento de normalizar sus relaciones con Estados Unidos e Israel. Al parecer, por principio están en contra de la paz en su zona. A pesar de esto, la política americana ha sido la de conectar a las naciones que si estaban y estarían dispuestas a beneficiarse de ser un socio estratégico de EE. UU e Israel.
Donald J. Trump, no solo será recordado por haber movido la embajada americana a Jerusalem -capital del Estado hebreo- sino como haber promovido la paz en todo el Oriente Próximo. Haber acabado con el Estado Islámico (ISIS) y promover “la retirada” en Siria, hacen de Trump un pacifista, contrario al anterior gobierno Obama-Clinton que promovió fue el desorden en esta región y que incluso con el ahora tándem Biden-Harris (el retorno Obama-Clinton) podría el conflicto volver a su sitio; sin embargo, una buena cantidad de los países del Mundo Árabe lo saben, y sin duda Israel. Así que, por lógica y en buen uso de la razón, el objeto de toda la política exterior del gobierno Trump en Medio Oriente, encabezado por Jared Kushner es dejar implantada una situación lo más armoniosa posible, donde los marginados sean quienes ven la paz con los ojos cegados por la ira y el rencor.
Así que, estos acuerdos que en el marco de la pandemia se han venido firmando, promueven la cooperación entre los países suscritos, paz, estabilidad regional y la contención de ataques terroristas dentro de los territorios adyacentes o limítrofes de estas naciones, que a la postre, han comprendido que estar enfrentadas en un absurdo conflicto. Del mismo modo, este conflicto se originó desde el propio instante en que los británicos se retiraron de la zona otrora conocida como: Mandato Británico de Palestina. Así fue, que, para el 15 de mayo de 1948, una coalición de naciones árabes atacó en conjunto a Israel. Es decir, la nación hebrea -tuvo sin duda alguna- como hito fundacional una guerra. Y, ni hablar de los países árabes que terminaron involucrados en un conflicto que les desfavoreció incluso más que al propio Israel, en términos geopolíticos y geoestratégicos, pues con cada confrontación bélica que perdieron contra la nación judía, su discurso anti Estado de Israel se fue debilitando. Tanto así que, ahora está claro que la mejor opción hubiera sido la vía diplomática como lo proponía la ONU, cuando promulgó la resolución 181, conocida como: Plan de las Naciones Unidas para la partición de Palestina.
Para concluir, luego de haber sido la misma historia, quien ha objetado y demostrado el claro devenir que hubiese supuesto la no agresión, el dialogo y la posibilidad de haber signado un acuerdo que se hubiera encargado de fortalecer a la región, a cambio de lo que en la realidad sucedió. Nos hubiéramos ahorrado infinitos esfuerzos por una paz al parecer irresoluble, si la potencia mundial -EE. UU- hubiera promovido una política como la que el gobierno actual ha ejecutado, seguro que en la actualidad la situación seria diferente. Sin embargo, este fue un momento clave y es vital para la región y para el sistema internacional en sí, que se mantenga la estabilidad y las buenas nuevas que le sigan, a pesar del cambio de gobierno en Estados Unidos, de vuelta a la cuestión demócrata; que predica, pero no aplica.
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