"Anyu" - Mi Judaismo - Parte XII
Actualizado: 6 oct 2021
Por Anamaria Goldstein
MI JUDAISMO No me es fácil hablar de mi propiojudaísmo, porque ha variado en el transcurso del tiempo. De pequeña mientrasvivía en Hungría era el “no tener”. Después, se me desarrolló una cierta agresividad cuando me sentí atacada o cuestionada por compañeras o profesores. Mi reacción podíaser física y algunas veces desproporcionada. A una niña le di un puñetazoque creo no olvidó nunca.A otra le dije: “seguramente fue su papá el que empujó al vagón a mi tía cuando la lleva- ron a Auschwitz”. A una profesora que el primer día de clase pidió que las judías se pusieran de pie para identificarlas
(algunas se levantaron asustadas; otra que no se atrevió, la paré casi a empellones, las demás observaban incrédulas lo que estaba pasando) la denuncié en la rectoría y no descansé hasta que pidió excusas en plena clase. La pobre boba, que de por sí era brutísima y sólo enseñaba dibujo, jamás había visto un judío y dijo sólo estar curiosa por conocer el primero de estos especímenes.
A los 11 o 12 años, a conciencia no quise saber nada de religión, pero me sentí muy unida a mi historia, sentí que era otro eslabón de una cadena y que tenía responsabilidades con mi pueblo. Cuando el primer Shabbat, recién salidos de Hungría en 1957 fuimos a una sinagoga pequeña en el centro de Viena que era hermosa, con su techo pintado de azul, curiosamente el mismo azul de Saint Chapelle en París, al empezar el rezo y oír los cantos, no olvidaré nunca, temblaba toda porque sentía que eran melodías conocidas por mí desde tiempos atrás, como si estuvieran grabadas en mis genes. Mamá prendía velas los viernes y ayunaba medio día los jueves. Eso era algo importante para ella. Lo hizo en recuerdo de sus padres y hermana. Evitaba escribir o hacer compras en Shabat, tampoco cosía ese día. Guardábamos Pesaj (Pascua), Rosh Hashana (Año Nuevo), Iom Kippur, (Día del Arrepentimiento) y Hannukah. Me contaba sobre historia judía, relataba sobre los reyes y héroes de la Biblia. Me hablaba de las épocas de gloria y sabiduría de nuestro pueblo, de judíos famosos en los campos de la ciencia, el arte y la literatura. Hablaba muy poco de las persecuciones y de tragedias, de eso yo ya sabía demasiado. Siempre mantuvo su afiliación y contribución a la comunidad judía, aun en los momentos más difíciles, pero a la sinagoga, fuera de Iom Kippur, solamente íbamos para los Yahrzeit (aniversarios de las muertes que, para las víctimas del Holocausto, se recuerdan los días en que deportaron a la población judía del respectivo pueblo). Ayunábamos en Iom Kippur. Ese era el día más fácil para descubrir quién era judío. – ¿Quieres una manzana, una galleta? – No como. – ¡Ah, tú también eres judío! El primer Iom Kippur que pasé en Bogotá, en 1957, me sorprendió ver a mi mamá rezar de un Majzor escrito solo en hebreo. Esa fue la vez que me enteré de que mamá sabía leerlo y escribirlo.
A lo largo de mi infanciaen Hungría yo observaba cómo la gentea mi alrededor llevaba su judaísmo despuésdel horror de la Shoah (Holocausto). Por ejemplo, una viejita muy dulce que vivía en el mismopiso, quien a lo mejorno era ni tan vieja y había perdido a sus hijos, marido, padres y hermanos con sus respectivos hijos, se convirtió al catolicismo. Me dijo con convicción que D’s no nos quería y que por eso había permitido el Holocausto. La mamá de mi mejor amiga le decía a su hija que ella no quería tener nietos de cabello oscuro, rizado, de ojos negros y tristes, en alusión a las facciones típicamente judías; indicación que mi amigacumplió para profundatristeza de su papá, casándose con un joven evangélico. Otros trataban de mimetizarse, de no hacerse sentir, de no hacerse ver y de no hacerse oír. Muchos padres no les contaban a sus hijos que eran judíos. Estos niños, por puro azar y mucho más tarde, habrían de enterarse de su origen. Entre mis amistadesno fue ese el caso, pero cada quién tenía su propia respuesta a la cuestiónde identidad; era más reacción instintiva que basada en conocimiento. Nosotros ya empezábamos a sentir otro tipo de odio.
En el gobierno y entre las directivas del ominipotente Partido Comunista había demasiados judíos. Todo el mundoresentía ese hecho y nadiequería darse cuenta de que el gobierno nos hacía la vida mucho más difícil a nosotros, por la sola razón de serlo. Me molestaba mucho cuando con delicadeza, como para no herir, me preguntaban si yo era “israelita”, a lo que contestaba con determinación: “No, soy judía”. El término “sionista” se usaba en un contexto político peyorativo, la persona que quería ir a Israel, o trabajaba por el Estado de Israel, o sea espía, lacayo del imperialismo, persona no confiable. La palabra sionista sólo la utilizaban los políticos, los periodistas y la radio. “Israelita” era el término empleado para designar a una persona de religión judía. Utilizaban esa palabra los que pensaban que decir judío era insultante. En la época juvenil de papá también le decían Mozes hitu, o “de fé mosaica”, como decía su diploma de abogado y ciencias políticas.
El más laico de la familia era papá. Yo lo describiría como despreocupado del tema. Me contaba de la vida en su casa paternay de mi bisabuelo Salomón, quien había sido miembro de la junta de la OSzOsz, la organización ortodoxa a nivel nacional; de mi abuelo Miksa, o Meir en hebreo, quien fue presidente por muchos años de la junta de la comunidad de Balassagyarmat. Me contaba cómo los amigos gentiles le respetaban el kashrut (leyes dietéticas) cuando los invitaban, cómo dejó el kashrut por un error involuntario a los 18 años. Resulta que, al llegar a la capital para estudiar en la universidad, buscando un buen restaurante se encontró con uno que se llamaba “donde el tío Moricz”, el cual le “sonó” muy judío y por ende Kasher. Entró y pidió un plato típico. No se fijó que llevaba pasta, queso, crema y chicharroncitos de ganso minúsculos revueltos con todo lo anterior. Le encantó el plato. Cuando se lo recomendó a su hermano se vino a enterar de su error. Para esa misma época, en un viaje,fue requisado por algún guardiade seguridad, quien al encontrarle sus tfilins, se los decomisó después de mofarse de él. Hasta ese día se puso tfilins. La religiónno le importaba, pero sí los judíos y lo demostró con hechos, inclusive cuando peligraba su propia seguridad. Su nacionalidad húngara primó siempre.
Tengo muchísimos periódicos de Balassagyarmat, donde figuran los nombres de mi abueloy bisabuelo. Son entrevistas, noticias, reportes de labores, resultados de elecciones de la colectividad y agradecimientos que corresponden a los años que van de 1927 al 34. Fundaron un ancianato y una cocina para los necesitados, ayudaron a las yeshivot.
Carta de la comunidad judía con ocasión de su fallecimiento. “El presidente Elfer Ede, inauguró la asamblea extraordinaria para cumplir con un triste deber y con profunda emoción comunicó el fallecimiento del inolvidable presidente, Salamón Weisz. No encuentra palabras adecuadas para expresar el dolor por la muerte de tan ilustre personaje. En ese sentimiento de pesar lo acompañan la Junta, la comunidad entera y toda persona que haya tenido el privilegio de conocerlo. El fallecido ha sido presidente por cuarenta años de la junta directiva, trabajó con abnegación para lograr el bienestar, el renombre y el respeto para toda lacomunidad. Por eso pide que su memoria sea honrada por un acta oficial y copia de ella sea llevada a la familia enlutada, que su retrato sea colocado para el recuerdo eterno en la sala de la junta de dicha comunidad. La Junta Directiva y los representantes de la comunidad con manifestaciones de gran pesar y dolor han aceptado la propuesta, Firma: Lowinger, Elfer Ede Sello de la comunidad judía de Balassagyarmat. Diciembre 25 de 1890
Mamá no era religiosa, pero sabía mucho y conocía el judaísmo en todos sus aspectos; me transmitió su sentimiento sionista. Papá se sentía ante todo húngaro, de religión judía; mamá se sentía judía,pero lo difíciles que Munkacs, su ciudad natal, cambiaba de país a menudo, según se fueran trazando las fronteras después de cada guerra. Eso me recuerda el chiste sobre el fulanoal que le preguntan dónde transcurrió su vida y contesta: – Yo nací en Checoslovaquia, estudié y me casé en Hungría, trabajé en la Unión Soviética y ahora en mi vejez vivo en Ucrania. – Señor, responde el primero- ¡Cómo ha viajado usted! – ¿Yo viajar? ¡Si jamás he salido de Munkacs! Mamá sentíaapego a la democracia checa que le tocó vivir. Por eso mismo, cuando terminó su bachillerato comercial escogió primero ir a estudiar piano en el Deutsche HochschuleFur Musik, en Praga, antes de seguir en el Conserva- torio de Viena. Mamá hablaba por igual húngaroy alemán, o sea que tenía dos idiomas maternos, así que el idioma tampoco le daba la “nacionalidad”. Era muy cosmopolita, característica que yo también heredé. A Anyu le importabamucho que yo supiera Yiddishkeit, así que antes de las fiestas se sentaba con papá a repasar rezos, selos escribía fonéticamente, sin pensar que yo me daba cuentade las clases secretas de hebreo que papá recibía.Cuan- do ahora Mark, mi yerno, dice en Shabat en su casa que va a dar la versióncorta del Kidush,siempre me da un calorcito, porque veo y oigo la versión corta de mi papá. Lo que me importa es que los niños vean a su papá haciendo Kidush.
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