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Historia no es algo abstracto - es muy personal

Actualizado: 11 ago 2020

Por: Pastor Ruben Gutknecht

Siempre decía que amaba Israel e incluso quería pasar mi luna de miel en la“Tierra Santa”. Andaba con la estrella de David en el cuello y no solamente porqué se veía lindo sino consciente que como alemán corresponde honrar al pueblo que los Nazis asesinaron. En el colegio hablamos casi dos años, 5 horas a la semana, de la república de Weimar, de la crisis económica, de la asunción de Hitler y sus aliados, de la Endlösung y todo lo que pasó. La visita a Dachau era obligatoria y uno estaba mortificado por lo que los Nazis hicieron. Tardé hasta el 2006 y fue el mundial cuando pude sentir algo como orgullo sano de ser alemán y pude tener la bandera nacional en la ventana del carro.



Soy alemán, hijo de nazis y amo al pueblo judío y a Israel - la historia no es algo abstracto, es algo muy personal.

Muchos de mis compatriotas lo sentían igual. La vergüenza era parte de nuestra identidad y preferimos pasar desapercibidos y no tener que justificar nuestra nacionalidad. Pero un día la cosa se puso peor. Entendí que los nazis no fueron unos extraterrestres que cayeron en Alemania para dañar a una nación culta y educada, sino los nazis fueron mis abuelos, mis tíos, mi familia más cercana. Entendí que su silencio, y su actuar fueron responsables por el asesinato del pueblo que Dios llama "la niña de sus ojos". Entendí que la cosa no era un tema de historia sino tenia que ver conmigo y con mi familia. Y no estaba solo. Junto con muchos de nuestra iglesia comenzamos a descubrir la terrible verdad. En mi ciudad, Tübingen, pequeña, linda, pintoresca y universitaria se educaron los peores asesinos de esta época. Todavía las calles tenían nombres de asesinos nazi, el alcalde de la ciudad por muchos años fue un nazi reconocido y la universidad se jactó de ser la primera en Alemania, “libre” de judíos. Al confrontar a mis padres preguntándoles qué habían hecho, me dijeron que no habían sabido nada. Difícil de creer, más escuchando de las Marchas de la Muerte que casi pasaron por las puertas de la ciudad en plena luz del día.


Mientras haya un sobreviviente o uno de sus descendientes que sufre por lo que nuestros antepasados hicieron, no nos podemos quedar callados y tenemos que salir a levantar nuestra voz.

Otros descubrieron que sus abuelos ayudaron a poner las vías de electricidad en Auschwitz, a estar en la parte administrativa de Dachau o de haber estado involucrado en la Wehrmacht en diferentes partes del mundo en el asesinato de judíos. Todos quedamos atónitos pero con una firme convicción - no nos podemos quedar callados como lo hicieron nuestros padres, tenemos que encontrar las palabras que nuestros padres no encontraron, que nuestros padres no usaron. El silencio mata, mata realmente. De este sacudimiento nació un movimiento que hoy ya tiene miles de participantes, decenas de miles han salido a las calles de Latinoamérica y de todo el mundo para romper el silencio, para honrar a los sobrevivientes del Holocausto y para ponerse al lado de Israel - La Marcha de La Vida. El presidente de la Marcha de La Vida lo resume así: Mientras haya un sobreviviente o uno de sus descendientes que sufre por lo que nuestros antepasados hicieron, no nos podemos quedar callados y tenemos que salir a levantar nuestra voz. Pasamos por las mil y una situaciones y emociones. Hijos y nietos de los autores frente a frente a los sobrevivientes, a sus hijos y nietos. Siempre fue difícil, pero también siempre fueron momentos inolvidables. Muchas lágrimas, mucho quebranto pero también nacieron unas amistades entrañables y firmes.


Obviamente hubieron situaciones muy difíciles, como cuando fui a Polonia a buscar la hacienda que el gobierno nazi le entregó a la familia de mi mamá que según ella no tenía dueño. Llegando al lugar, bajando del auto y solo comenzar a preguntar en alemán por el dueño de la misma hizo salir a un señor mayor con un palo del establo y sin muchas palabras me dio a entender que me vaya ya. Busqué ayuda en el colegio cercano donde mi mamá había asistido pero el hombre no quiso hablar con un alemán. Lo entiendo, pero también entendí sin lugar a duda que el cuento de que era “de nadie” era justo eso, un cuento para una niña de 6 años que decidió seguir creyendo la mentira. Desde estos años he estado varias veces en Israel, sigo usando mi estrella de David, y ahora si puedo decir que amo a Israel y que estoy al lado del pueblo judío, sea donde sea. Y no dejaremos de marchar, en Bogotá ya lo hicimos tres veces y seguiremos haciéndolo en todo el país, y en todos los países de Latinoamérica y hasta dónde nos dé el aliento. Soy alemán, hijo de nazis y amo al pueblo judío y a Israel - la historia no es algo abstracto, es algo muy personal.



Ruben Gutknecht es pastor y director del Ministerio Los Transformadores, Ministerio Internacional TOS y trabaja hace más de 25 años en diferentes partes de Latinoamérica. Al mismo tiempo ha tenido oportunidad de ministrar en diferentes partes de Europa y de los EEUU. El pastor Ruben Gutknecht ha fundado obras e iglesias en Argentina, Paraguay, Bolivia, Perú y Ecuador que hoy están dando vida y futuro a niños, jóvenes y adultos. Desde el año 2007 también es el Director de Marcha de La Vida en Latinoamérica y ha sido el responsable de múltiples marchas en diferentes partes de Latinoamérica en conmemoración de Holocausto con el mismo lema: Honrar a los sobrevivientes de la Shoa, trabajar en la reconciliación entre cristianos y judíos y levantar una voz en contra del antisemitismo moderno y favor de Israel. El Pastor Ruben Gutknecht es casado con Fabiana y juntos tiene una hija.


Para más información acerca del Ministerio TOS, del trabajo de Los Transformadores y de Marcha de La Vida, visite este link.




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