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La Relevancia de las Costumbres Hasídicas

Julio de 2012


“¿Son los Hasidim de hace 300 años que con Baal Shem Tov revolucionaron el judaísmo y crearon una nueva corriente los mismos fósiles anquilosados de hoy día? (sic) ¿En sus ceremonias y fiestas como bodas o Bar Mitzvot (sic) el bailar sólo hombres con hombres y mujeres con mujeres no va contra-natura? ¿Todas esas tradiciones no están mandadas a recoger?”




Al correo de Hashavua llegó hace algunas semanas este email que transcribí parcialmente en el párrafo anterior y cuya autoría mantendré secreta. Lo uso para desarrollar el artículo de esta semana como respuesta a la invitación que me hizo la revista para opinar sobre el mismo. Dicho de otra manera, los puntos a tratar serían si los Hasídicos perdieron su relevancia en el mundo contemporáneo, si sus bailes van contra-natura y si sencillamente se rezagaron en el tiempo. Mi muy personal apreciación es contundentemente la misma para los tres interrogantes: No. Mientras opino y explico mi parecer, me permitiré sugerir sutilmente algunos cuestionamientos que considero pertinentes.


Confió que no me las impongan y que respeten las mías, y que ellos también entiendan que judío se puede ser de otras maneras. ¿Que tengan la verdad revelada en secreto? No, nadie la tiene. A eso no juego.

El caos, la desesperanza, la pauperización, la falta de educación y los pogroms en Europa Oriental de finales del siglo XVII prepararon el caldo de cultivo para el surgimiento del Hasidismo. Este movimiento buscó llegarle a las masas judías con un nuevo espíritu místico (cabalístico) accesible a todos, realzando los conceptos de piedad, de mesianismo, y en todo lo que despertara el sentimiento como esencia de la vida Judía. Revolucionaron la praxis Judía yendo “mas allá de lo que estipula la norma halajica”. Si algo, fue una reacción al mundo rabínico, ese sí anquilosado ante las circunstancias de su época. Después de algunos siglos, los revolucionarios de unos terminan siendo los dogmáticos de otros, quizás porque cada uno en su momento se ha creído dueño de la verdad y de la palabra de Dios.

Personalmente, tengo fuertes argumentos filosóficos y religiosos para oponerme a querer entender la naturaleza de Dios, a querer ir más allá de cualquier norma, a participar en cultos a la personalidad de Rebbes de dinastía varias, y mucho menos a anhelar y encontrar Mesías en cada generación. Pero esto es tema de otro ensayo. La relevancia de las costumbres y filosofías la define el grupo de personas para quienes aplica y mal haríamos juzgarla por el simple hecho que aca no constituyan la norma. La relevancia se pudiera medir vía el porcentaje de la población judía que las sigue, o vía el crecimiento de esta población (tanto interna como por adopción), o midiendo su influencia sobre la periferia judía (aliados no hasídicos y la misma Kneset) y sobre la periferia gentil (su lobby dentro del partido republicano gringo, o sobre el mismísimo Putin). De igual manera, se pudieran establecer patrones de medición de su irrelevancia como seria la deserción de entre sus filas hacia mundos rabínicos u otros más liberales, o midiendo su capacidad de alienar a personas o comunidades judía (por motivos de afinidad sexual, de fertilidad, empleo, ingresos, identidad judía, participación en la vida civil y militar). Estos son temas de estudio para sociólogos y de mera especulación mía y aquí va mi especulación al respecto:

El mundo Hasídico fue de los más golpeados por la Shoah. Hoy en día su población puede acercarse a 1 millón de practicantes, lo que los constituye en un 7% del total de la población judía. Pero obviamente, si de 13 o 14 millones restamos a los judíos no practicantes o no afiliados, el porcentaje de hasídicos dentro del mundo judío activo toma mucha más relevancia y su alta tasa de natalidad sólo les garantiza una mayor ascendencia futura.

Si se analizan a simple vista, anquilosados serán siempre desde la óptica liberal-modernista, pero si algo no son es justamente eso. Querer ir “más allá de la norma” los hace creativos. Esa dinámica los mantendrá cada vez más alejados de la media de nuestro pueblo el cual a su vez será redefinido por ellos de una manera más excluyente. Es así como ambos extremos están condenados a considerar al otro como irrelevante y poco representativo de la juderia. Anquilosados no, sino caminantes de otros rumbos, de rumbos que dentro de nuestras mentes más científicas y liberales a menudo pueden parecer (y estar) fuera de contexto e incluso (parecer) ir en contra de la misma halajá. El deseo de llegar a la esencia de Dios y de nuestro mundo es un imposible pero a su vez es el generador de ideas nuevas y de apegos a tradiciones antiquísimas. Por contradictorio que suene, ellos van “inventando las tradiciones”, sofisticando su mundo, y como le oí decir alguna vez a un acólito, van “descubriendo halajot”.


Una veloz apreciación del mundo hasídico ignoraría la enorme capacidad creativa en campos de la tecnología y el magnetismo que han demostrado tener (Chabad-Lubavitch, Satmar y Breslov) con paisanos que vienen de mundos liberales, ateos, oprimidos e incluso sefaradim. Es el mundo hasídico en primerísimo lugar quien rescató el espíritu judío en rincones del mundo donde 70 años de Comunismo se desveló por destruir nuestra identidad. Como ningún otro grupo, ha sido Lubavitch, sus schlujim y sus patrocinadores quienes han construido escuelas, sinagogas, mikvaot y carnicerías a lo largo de la antigua Unión Soviética, en los rincones alejados de África o de los Himalayas para garantizar que ningún judío se quede sin una cena de Shabat o un Seder, o sin ponerse tefilin. Algunos podrán decir que son grupos “medievales” y oscurantistas pero para muchos más han sido mas bien los portadores de la luz, los perpetuadores del idioma Yiddish y de esa cadena milenaria que llevamos y que se veía perderse a manos de nuestros enemigos. ¿Que si son la única alternativa válida? No, pero si han probado ser muy populares y por ende muy relevantes. El tema sería entonces poder ofrecer también otras alternativas a la praxis y espiritualidad judía universal. Ese es el gran reto que tiene la ortodoxia mitnagdish, y los movimientos reformistas, conservadores, reconstruccionistas y demás.

Decir que bailar hombre con hombre y mujer con mujer va contra natura me vulnera. De arrancada, ésta afirmación lleva implícita un tono de aversión a la vida gay, con la cual no tengo problema así no la practique o así la Torah la considere abominable. Si algo se le puede achacar al mundo hasídico es su virulento anti-homosexualismo y su supresión del tema sexual en general. Personalmente, considero que lo que debiéramos criticar no es la parte explícita de su sexualidad (el baile entre personas del mismo sexo) sino en lo que se esconde. Ese silencio conlleva a múltiples problemas sociales y familiares. Debieramos discutir más bien si las normas de Nidah (muy exageradas para mi parecer) generan traumas y desamores, o entender el vínculo de causalidad entre ignorar el tema sexual y los casos (reportados o suprimidos) de abusos, perversiones y enfermedades.

La ortodoxia como tal considera una aberración acostarse con hombre como quien se acuesta con mujer. Pero acá estamos hablando de bailar y no de fornicar (y está probado que lo uno no necesariamente conduce a lo otro). Las primeras apariencias no necesariamente explican la motivación de las normas y costumbres; es por eso que es tan apasionante estudiar Talmud. Que si los lectores heterosexuales de Hashavua consideren aburridorsísimo bailar únicamente con gente del mismo género, eso no le quita el sabor que para los Hasídicos tenga sus bailes y sus fiestas. Además, punto aparte, me niego a usar el término “contra-natura” para juzgar al homosexualismo ya que me parece tan inapropiado como usar “antisemitismo” para referirse al odio al judío. Si se es homosexual por nacimiento o formación, esa es “su naturaleza”. Que si el homosexualismo contradice la capacidad y vocación reproductiva del género humano, eso es otra cosa. Que si Dios lo considera aberrante entonces eso lo hace antitanájico, pero no le resta su naturalidad. Por otro lado, son los matrimonios hasídicos los que han probado generar la mayor cantidad de hijos entre nuestros correligionarios así que sus bailes en bodas no afectan los resultados de las mismas.

¿Mandadas a recoger sus costumbres? No. Bienvenidos sean con llevar sus costumbres a su gusto. Personalmente las respetaré en sus ambientes y varias las compartiré también. Me sirven para recordar en parte el pasado de mi familia y el de mi pueblo y nuestras mentalidades. Me sirven de termómetro para entender lo vasto de nuestra legislación y las posibles interpretaciónes y aplicaciones de la Ley. Sirven como punto de partida para muchos análisis históricos, halájicos y para proyectar a futuro. Sólo confió que no me las impongan y que respeten las mías, y que ellos también entiendan que judío se puede ser de otras maneras. ¿Que tengan la verdad revelada en secreto? No, nadie la tiene. A eso no juego.



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