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La doble vida de los judíos de Mashhad, Iran

Por Sarah Klahr Elmaliah

Los marranos de Mashad

Hace un par de años conocí a un muchacho llamado Zohar, nombre hebreo que le fue dado secretamente en su nacimiento; pero Zohar creció con un nombre musulmán que no volvió a usar al llegar a Israel.


Zohar nació en Mashhad, Iran y creció como musulmán en una familia de descendencia completamente judía. El pertenecía a una familia de Jadid al-islam (musulmanos nuevos).


Mashhad es una ciudad de Persia, que se encuentra en la frontera con Afganistán. Es la segunda ciudad santa para los musulmanes chiítas, (una de las dos principales ramas de la religión islámica), porque allí está enterrado el octavo imán, Ali ibn Musa al-Ridha. Tres veces al año peregrinan a su lugar de entierro: en el mes de Muharram, en Ramadán y en los días del Hajj a La Meca.
El asentamiento judío fue fundado por el rey Nader-Shah en 1734. Nader-Shah aspiraba a una religión universal y era tolerante con todas las religiones. También quería fortificar la economía del país así que trajo a los judíos a Mashhad. Con su muerte en 1747 la actitud cambió.

En el año 1839, justo dos días antes de la noche del Seder, los chiítas en Mashhad celebraron el día de la muerte del Iman Hussein, quien era el nieto del profeta Mahoma e hijo de Ali, el fundador del Islam chiíta.


Mientras que los creyentes musulmanes acudían en masa a las mezquitas para conmemorar este día sagrado, una mujer de la comunidad judía consultó a un curandero persa y le pidió que curara la lepra que se había extendido a su mano. El consejo del curandero fue que remojara su mano en la sangre de un perro, y de acuerdo con esto, la mujer le pidió a un niño musulmán que matara un perro para ella. Después de hacerlo, estalló una discusión entre el niño y la mujer sobre el monto del pago. El niño muy enfurecido comenzó a correr por las calles de la ciudad, gritando que los judíos habían matado a un perro y que lo llamaron “Hussein”.


Miles de musulmanes estaban reunidos en las mezquitas en una ceremonia que incluye la autoflagelación y el derramamiento de sangre para conmemorar el sufrimiento del Imam Hussein. En medio de este ritual escucharon que los dhimmi, (como se denominaban a los no musulmanes), se habían atrevido a faltarle el respeto a uno de los musulmanes más sagrados al llamar a un perro Hussein.
Ya había mucha tensión en las relaciones judeo-persas debido a que muchos judíos de Mashhad, incluyendo el jefe de la comunidad judía local, Mullah Mahdi Aqajan, sirvieron como agentes del gobierno británico. Este hecho, sumado a la reciente retirada de Irán de Herat en 1838 bajo la presión diplomática del gobierno británico, creó una atmósfera cada vez más hostil hacia los judíos de Mashhad.
Y este incidente fue el que colmo la copa. Una multitud musulmana incitada atacó el barrio judío de la ciudad y cometió actos de saqueo, asesinato y violación. 
Después de que varios judíos fueron asesinados, toda la comunidad se vio obligada a convertirse al Islam para salvar a sus hijos. Los judíos de Mashhad que se convirtieron al Islam fueron llamados Jadid al-Islam (musulmanes nuevos).
Tras las conversiones forzadas, varias familias judías que se sentían incapaces de mantener la fachada de la fe musulmana, escaparon a Herat en Afganistán. 
Al igual que los conversos en España y Portugal, los judíos de Mashhad no tenían intención de abandonar la fe de sus antepasados, lo que significa que observaban su judaísmo a puerta cerrada. Durante 120 años, llevaron una doble vida como criptojudíos: eran judíos en casa y musulmanes fuera de casa. Muy pocos conversos Mashhad se asimilaron permanentemente al Islam. Durante este tiempo, los Jadid-al-Islam tuvieron varios lideres religiosos y políticos que preservaban sus identidades judías secretas. 
Un papel muy importante en el camuflaje de la practica religiosa tenían las mujeres de la comunidad judía de Mashhad. Al hacerse pasar por mujeres musulmanas, tenían que usar el tradicional chador y así podían servir clandestinamente como mensajeras, escondiendo varios artículos necesarios para la comunidad bajo sus chadors, como rollos de la Torá, tefilin, talit y otros objetos ceremoniales. 
Una de las formas en que las mujeres judías engañaban a las musulmanas era usando una cadena con el retrato de Fátima, la hija de Mahoma. Usaban la cadena cada vez que salían de sus casas, lo que les permitiría mezclarse con la población sin despertar sospechas. 
Los judíos de Mashhad compraban comida en las tiendas de propiedad musulmana para evitar levantar sospechas, pero luego la tiraban para que se la comieran los gatos y los perros. La matanza de animales de acuerdo con las leyes dietéticas de la kashrut se llevaba a cabo en secreto, y las mujeres llevaban la carne a los hogares judíos escondida debajo de sus chadores. 
Durante Pesach, los judíos de Mashhad seguían horneando pan. Lo ponían en hornos que construyeron cerca de la puerta de la casa para que los vecinos musulmanes lo vieran pero el pan con levadura quedaba afuera de la casa. Las matzos las horneaban en secreto cuando los niños dormían. De esa manera, si fueran interrogados por fanáticos chiítas, lo cual era algo común, los niños no tendrían nada que divulgar.
Los conversos de Mashhad instalaron sinagogas en casas particulares y mikvehs en sótanos. Cada miembro de la comunidad recibía dos nombres, uno judío y otro musulmán. 
A las niñas las comprometían a una edad temprana con niños de la comunidad. De esa forma, si los musulmanes llegaban a pedir su mano cuando crecieran, les dirían que las niñas ya estaban comprometidas. 
Las ceremonias de boda incluían una ketubah judía y un certificado de matrimonio musulmán.
Los judíos de Mashhad iban a las mezquitas los viernes, pero decían kidush tan pronto como llegaban a la casa. 
Abrían sus tiendas en Shabat, pero se aseguraban de dejar allí a un niño que debía decir a los musulmanes que el papá regresaría muy pronto hasta que los clientes musulmanes perdían la paciencia y se iban a otra tienda. 
Así vivieron los judíos de Mashhad durante 120 años. Cambiaban de identidad durante el día y la noche, en Shabat y en días festivos, en casa y en la calle, esperando que llegara el día en que pudieran vivir libremente como judíos.
En un esfuerzo por escapar de la persecución y buscar mejores oportunidades comerciales, algunas familias de Mashhad emigraron a Merv y áreas de Turkmenistán, en el tiempo de la Rusia pre-comunista. 
En el otoño de 1917, la revolución rusa provocó el primer regreso de judíos de Merv a Mashhad. Algunos se quedaron en Rusia y algunos miembros de la comunidad fueron encarcelados. En 1925, los Mashhadis encarcelados fueron liberados y regresaron a Mashhad.

Con la llegada al poder de Reza Pahlavi y el comienzo de un periodo de liberación social que incluía libertad de religión, los judíos de Mashhad empezaron a practicar un poco más abiertamente. Estas señales de regreso al judaísmo enfurecieron a los fanáticos chiítas. En 1946, en la víspera de Pesaj, los judíos de Mashhad fueron nuevamente víctimas de un libelo de sangre. Después del incidente, los judíos que quedaban en la ciudad decidieron irse y, a principios de la década de 1950, la mayoría de los judíos habían abandonado la ciudad.
 
Algunos se mudaron a Teherán, a Europa y a los Estados Unidos, pero la mayoría de los judíos de Mashhad emigraron a Israel. Se asentaron en Jerusalén al principio, pero después establecieron comunidades también en Bnei Brak, Tel Aviv, Herzliya y Holon.
Para evitar la persecución la comunidad Mashhadi emigró varias veces. Emigraron de Mashhad a Herat, de Mashhad a Rusia y de vuelta a Mashhad, de Mashhad a Jerusalén y Teherán, y finalmente huyeron durante la Revolución Iraní de 1979. 

Hoy en día, la juventud mashhadi, como resultado de las experiencias de sus predecesores y del ambiente en que crecieron, socializan y se casan principalmente dentro de su comunidad. 
Muchos elogian a la comunidad Mashhadi moderna por su sentido de unidad, mientras que algunos cuestionan su estilo de vida aislado. En todo caso se debe acreditar a la comunidad Mashhadi el fervor en la defensa de su herencia y de las tradiciones judías, un judaísmo que hoy practica con seguridad y orgullo.
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