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Militares, policías, guerrilleros y la paz





Por Martín Cruz Vega

Corría el mes 11 de agosto 2016, descendimos en la Vereda Caño Indio en Norte de Santander del enorme helicóptero ruso MI, en una polvareda impresionante, a medida que las aspas de este aparato se detenían; por las ventanillas, observabámos muchísimos soldados y una multitud de campesinos esperando la paz. Se abrío la puerta y se extendió la escalerilla metálica, bajaron a tierra un general de la policía nacional, un comandante de la brigada móvil número 30, el secretario de gobierno del departamento, el cura párroco, el alcalde de Tibú; la defensoría del pueblo, La CICR, delegados de los países garantes y del gobierno nacional otros dirigentes regionales, locales y de Juntas de Acción Comunal. Íbamos además, dos guerrilleros y dos guerrilleras. Nuestra misión delimitar la Zona Veredad Transitoria de Normalización (ZVTN). Me llamó poderosamente la atención que todos los soldados tenían brazalete blanco. Me acerqué a un soldado y le pregunté:


—¿Quién es el comandante? Me señaló con su mano un coronel que había debajo de un guayabo. Me dirigí hacia él, nos saludamos de mano y terminamos en un abrazo, que nos trasportó hasta el alma de la paz. Le pregunté, —Coronel, ¿ese brazalete blanco que tienen puesto sus tropas hoy es coincidencia?. Me miró a los ojos y me dijo en un santandereano puro.


No es coicidencia Martín, lo usamos hoy como un homenaje a la paz y nosotros los soldados de Colombia y ustedes como ex guerrilleros la vamos a construir y además Martín, le trajimos raciones de campaña para alimentar la paz. Los vecinos de estas veredas nos miraban con un expectativa, no podían creerlo, guerrilleros y soldados unidos por la paz. Una señora nos gritó desde la multitud:

Ahora puedo poner la foto de ustedes dos en mi perfil del celular, ya no tenemos temores, sino inmensa alegría de verlos juntos.


Otro comandante, un coronel, me dijo luego de días de trabajo:

Martín, a mediados de julio de 2016, (todvía no ha había Cese Bilateral del Fuego), mis tropas estaban emboscadas, y una columna guerrrillera de FARC entró al campo de combate; el comandante de la patrulla, me informó inmediatamente, pensé en lo que podría suceder al proceso de paz, y yo inmediatamente ordené no disparar. Y añadió”—todo pasó como si nada, pero algo si tenía claro yo, lo hice por no entorpecer la naciente paz, a la final seríamos los primeros beneficiados con el Acuerdo de Paz. terminó, diciéndome el Coronel. Conozco muchas anécdotas similares.


Ese día fue tan maravillosos como los que siguieron en la delimitación de las Zonas Veredales Pondores, Tierra Grata y Arauca siempre acompañados de militares, policías, la UNIPEP, (Policía para la paz), puesto que eran ellos; la armada, Fuerza Aérea, Mecanizada e infantería quien se ocupaba de asegurar la operación de seguridad como mandato del Acuerdo de paz.


Sin desconocer el daño causado por el conflicto social y armado al conjunto de la población, tambien es cierto que fueron miles los guerrilleros, policías y soldados muertos, heridos, desaparecidos y mutilados; fuimos los primeros en la línea de combate, vivimos los peores momentos de la confrontación de una guerra que ascendió en la devastación humana, vimos las más crueles imágenes de la muerte y por respeto a ellos, nos reservamos su descripción. Por eso, estábamos felices con el Acuerdo de Paz. Fue el reecuentro de miles de hombres y mujeres que disparábamos a la distancia sin saber con quien se cruzaba el proyectil, quizas un amigo o peor aún, un familiar. Muchas veces en las capturas de soldados y policías reducidos en combate, nos encontrábamos con el amigo o el familiar, este es el horror y la verdad de la guerra. Por eso, ante todo el proceso de paz en un acto de humanidad y respeto por la vida.


El conflicto social y armado en Colombia narra un oscuro episodio que se prolongó por más de 53 años. Una guerra que trajo como todas las guerras tragedia y muerte, no solo para los actores armados, sino para la población civil, como sucede en todas las confrontaciones armadas. El ejército de Colombia utilizando todos los recursos que le confiere el poder y la asesoría del imperio gringo, desarrolló una guerra contrainsurgente brutal no solo contra las FARC-EP, sino contra las familias y la población civil en aplicación de la Doctrina de La Seguridad Nacional, que es una concepción fascista del Estado.


En los tiempos iniciales y puntualmente antes y después de agosto de 2016, el contacto y trabajo conjunto entre guerrilleros todavía en armas y la Fuerza Pública fue total. Recuerdo que un alto oficial nos dijo:


Es que entre combatientes nos entendemos mejor y más rápido que con los políticos. Los políticos nos enfrentaron en esta guerra, pero todo tiene su fin.


Las conversaciones obligadas entre guerrilleros y soldados eran de la ausencia con nuestros familiares, largos periodos sin saber de ellos, incluso la muerte de algunos familiares y sin ninguna forma de ir a sus honras fúnebres y que decir de navidades y de fin de año, siempre nos llegaba en la espesura de la selva o sobre una cordillera; mirando las luces de las ciudades tras las montañas.


La delimitación de Zonas Veredales y Puntos de Normalización la terminamos el 16 de agosto. Luego entre octubre y noviembre realizamos la primera capacitación nacional en Popayán como MM&V con delegados de la instancia regional, participaron todo el componente tripartito. Fue muy grata aquella experiencia, éramos conscientes de nuestra responsabilidad frente al país en nuestras instancias creadas por el Acuerdo. Hubo allí aquella capacitación, respeto y una amistad que nos brindaba la posibilidad de construir los cimientos para la paz de Colombia. Las prevenciones desaparecieron. Luego de esta escuela de la paz, partiríamos para Bogotá en la instancia nacional del Mecanismo y Monitoreo, los regionales iban tomando sus lugares de operación para ir desplegando el mecanismo en la medida que las sedes locales, estuvieran listas.


El Mecanismo de Monitoreo y Verificación (MM&V), cumplió una labor esencial en preservar el Cese del Fuego Bilateral y Definitivo y la dejación de las armas, pero también lo fue las tropas oficiales en sus territorios, lo mimos sucedió con las estructuras guerrilleras farianas, aún con las armas en sus áreas de operación. Muchos posibles sucesos de enfrentamiento se evitaron por voluntad de los combatientes oficiales e irregulares. Creo que los militares y guerrilleros dieron lo necesario en este proceso de Cese del Fuego por la paz.


Ya establecidos en el Mecanismo de Monitoreo y Verificación MM&V, instancia nacional en Bogotá en el viejo edificio de CAPRECOM en la 26, las oficinas tanto del personal guerrillero de las FARC-EP y militares y policías del gobierno nacional estaban en el tercer piso. Era constante las reuniones para coordinar todas las acciones del Cese del Fuego y sobre Dejación de las armas.


Durante el proceso de Dejación de las armas de las FARC-EP, luego la Extracción de Caletas y Destrucción del Explosivo en nuestro poder participaron la totalidad de los 450 Observadores Internacionales de la Misión, la mayoría militares de países de la CELAC más de 800 integrantes de las FARC-EP, aproximadamente 500 miembros de la Unidad de Policía Especial para la Paz (UNIPEP) y un importante despliegue de más de 9.000 integrantes de las Fuerzas Militares a lo largo de todo el territorio Colombiano.


Estas operaciones lógicamente dirigidas y desarrolladas por militares demandaron un gran esfuerzo logístico y operacional con un total de 283 horas de vuelo de los 3 helicópteros de la Misión de Naciones Unidas (393 movimientos aéreos), el apoyo de 210 horas de vuelo con helicópteros proporcionados por el Gobierno de Colombia, más de 20 transportes por vía fluvial y más de 120 movimientos terrestres contabilizándose cerca de 40.000 kilómetros recorridos entre vehículos, embarcaciones y a lomo de mula. Una contribución significativa con la seguridad pública de las comunidades mediante la extracción y destrucción de material que en el caso de no ser retirado podría caer en manos de delincuentes o causar accidentes de inestimables consecuencias.


Se realizaron coordinaciones en forma permanente con Fuerza Pública, lo que permitió establecer medidas de control para las operaciones, debiendo destacar que existió un solo incidente de seguridad, pese a que todas las operaciones se realizaron en territorios donde existían la presencia de actores armados y fuerzas hostiles. Todas estas acciones desarrolladas por personal de la Fuerza Pública y ex guerrilleros después del cierre de la dejación de armas en la primera fase con la ONU, el 27 de junio de 2017.


A manera de conclusión. No hay duda que una de las importantes contribuciones a la estructuración del camino en la construcción de la paz estable y duradera en nuestro país, fueron los integrantes de la Fuerza Pública, altos oficiales, soldados y policías, los militares e integrantes de la Misión Política de las Naciones Unidas en Colombia y los ex guerrilleros y ex guerilleras de las FARC-EP. Gracias a su voluntad en la búsqueda por la paz se salvaron valiosas vidas para la nación y hoy construimos nuestro futuro, así el Acuerdo de paz tenga gigantescas asimetrías por las talanqueras impuestas por la misma institucionalidad. La paz no tiene marcha atrás y debemos derrotar la muerte y afianzar la vida que es nuestro principal tesoro.

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