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Un viaje con especial significado después de la última despedida a mi madre z”l, en Sept 2021




Por el jazán Paul Heller, Londres Julio 2022


A mi regreso de Bogotá de una visita a mi madre ya en muy mal estado de salud, alcance a celebrar su centenario en el calendario hebreo.


Esta vez, de vuelta en Europa, en vez de hacer cuarentena durante 10 días en un hotel del aeropuerto de Londres, decidí pasar unos días en Holanda. El primer día estaba parado enfrente de los 6 nombres de mis familiares en el recién inaugurado monumento en Ámsterdam, con otros 106.000 nombres de hermanos y hermanas de nuestro pueblo llevados a los campos de exterminio.


Luego, el segundo día, compartí una cena con varios de la segunda generación de los amigos de mis padres, los cuales mantuvieron contacto todos estos años, y con los que compartimos fotos y recuerdos.


El tercer día, tuve un almuerzo con el principal investigador de un campo de entrenamiento para futuros pioneros en Palestina (Joods Werkdorp Wieringermeer ) al norte de Holanda. Allí estuvo mi padre durante los años 1939-42, recién llegado de Buchenwald. Pude ver detalles de su registro y luego transferencia, junto con su amigo de viaje, por el peligro de permanecer allí, y quien más tarde proporcionara refugio, junto con su esposa no judía, y demás papeles falsos con los cuales se unieron a la resistencia. De eso, he podido leer más en detalle en el libro cuya imagen que comparto al final.


Mi padre fue reubicado en un hospital en las cercanías de Ámsterdam, en Apeldoorn, donde el 1942 se casó con mi madre, quien llego al hospital como auxiliar de enfermería, estando enamorada y escapando las persecuciones en Ámsterdam cada vez más cercada.


Un fin de semana después de la boda, celebrando con amigos en Ámsterdam, se enteraron del pogromo a la que fue sometido el hospital, sus pacientes y personal, lo que los llevo a despojarse de sus estrellas amarillas y esconderse y luego ser ubicados en Francia por la Resistencia, donde espiaron para ellos en el pueblo estratégico de Evereux, en Normandía, y donde los Nazis tenían un aeropuerto, uno de los más grandes de la región y que era imperativo neutralizar para el día de la invasión de los aliados.


Ya a salvo, se enteraron que no tuvieron la misma suerte los padres, hermanas, cuñado y sobrina de mi madre. Viajaron a donde la familia de mi padre había logrado salvarse después de la anexión de Austria. Colombia, fue su nuevo hogar donde tuvieron una vida siempre bajo la sombra de los años de la Shoah a sus espaldas, pero dándonos a mí y mis hermanos todo lo mejor de su ejemplo y amor a la vida. ¡Que su memoria sea una bendición!!





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