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"Anyu" Introducción y Dedicatoria - La historia de mi familia materna. Parte I




Por Anamaria Goldstein

En 2007, mi madre, Anamaria Goldstein Z"L, publicó su libro "Anyu" que en húngaro significa "mami", en referencia y como tributo a su mamá, Elizabeth (Erzsébet) Hausman, una mujer íntegra, de valor, con un infinito Yidishe Kopf, la heroína de esta saga que ahora voy a compartirles a lo largo de varias entregas.


El texto es el resultado de muchos años de investigación y dedicación, de muchos viajes a los lugares donde alguna vez nuestra familia hizo su vida durante los últimos 150 años. Es también, el resultado su catarsis tras un viaje muy significativo que compartimos en 2001 a Munkacs (Mukacevo), hoy en Ucrania, donde mi abuela nació y que también nos llevó hasta Auschwitz, donde tantos de la familia murieron, víctimas del horror Nazi y de sus colaboradores. Al regresar, mi mamá comenzó a abrirse más con estos temas y sintió la necesidad de legarle a su descendencia la historia de la familia. Eventualmente, este proyecto muy personal, casi que privado, le abrió las puertas a compartirlo con otros; a contar su vida, sus miedos, sus moralejas en múltiples escenarios. Es por eso que me es apenas prudente hacerles partícipes a ustedes en este espacio, el relato de nuestra familia.


Para mí, fue particularmente significativo trabajar con ella en este proyecto y me llena hoy de inmenso orgullo poder trascribirlo en este blog.


Años después de editar este libro, mi mamá encontró una serie de datos que complementan el texto original o que de alguna manera sutil cambian algunos datos. Esta versión intenta reflejarlos todos, así que lo que a continuación viene no es verbatim como aparece en el texto original.


También, par años después, mi madre entabló un diálogo fluido con un primo que desconocía, un maravilloso químico, gran patriota polaco quien luchara en la batalla de Montecasino con las tropas aliadas. El compedio de esas cartas que reflejan otra faceta de la familia, también deseo publicarlo en futuro no lejano.



ANYU



Para ustedes, mis hijos y nietos, yo soy Anyu. Para mí, mi Anyu es la esencia del cuento, porque gracias a su inteligencia, inmenso amor y tenacidad, estamos aquí. Se lo debemos a ella. DEDICATORIA La historia que voy a contar se la dedico a mis nietos Ethan y Tamara que ya nacieron y a los que van a llegar. Lo hago para que la cadena no se rompa jamás, para que sepan de dónde vienen, para que conozcan las circunstancias que formaron a los seres que los precedieron y quienes seguramente les trasmitirán, consciente o inconscientemente, todo un bagaje de experiencias y culturas. PRÓLOGO A un sobreviviente de Auschwitz le oí decir que el miedo a ser descubierto era una sensación quizás peor que la de estar en un campo de concentración. Yo nací en ese miedo. Nunca me he considerado sobreviviente del Holocausto: yo soy una sobreviviente de la guerra. Llevo el trauma de aquellos que quedamos para contar nuestra historia. Mi mundo nació en el horror y todas mis fantasías infantiles se originaron allí: los sueños y las pesadillas. La vida me ha enseñado a entender lo que se ha dicho y lo que se ha callado, a presentir el riesgo. Sé que debo ser fuerte, física y mentalmente para poder sobrevivir. Mi identidad como judía se forjó perdiendo a abuelos, tíos y primos. Ser judío era la negación de la vida. Yo “no tenía” familia, o lo que es peor, yo “había tenido” pero los había perdido a la fuerza, en el horror del Holocausto. Cargo en mí el deber de compensar a mis padres por lo que sufrieron y por lo que hicieron por mí. Pero los temores de infancia a hacer preguntas, a aparentar que todo está bien, se han transformado hoy en la deliciosa sensación de triunfo al saber que no lograron eliminarnos, que aquí estamos y que las generaciones que nacieron de mí conocen su pasado y miran hacia delante. El odio es enseñado y es por eso que la tolerancia y la convivencia también pueden y deben ser enseñadas. Hoy “yo tengo”.

A través de varios segmentos, trataré de escribir lo poco o lo mucho que conozco de cada miembro de la familia de mis padres, en un homenaje de profundo respeto hacia ellos.

Lo hago en Castellano no solamente porque me es más fácil, sino para que mis nietos, quienes están naciendo fuera de Colombia, aprendan bien un idioma que les enriquezca la vida y mantengan un vínculo con el país que me dio una segunda oportunidad.


Llevo mucho tiempo con el deseo, y casi con un sentido de obligación, de contarlo todo. Por ahora, comenzaré con relatar en orden cronológico lo que fueron mis vivencias y sentimientos en Hungría; trataré de expresar las moralejas y lecciones que aprendí, y la forma en que han guiado mi vida, aun después de salir de allí. Necesité que transcurrieran muchos años para situar mejor los recuerdos dentro del marco histórico y relacionarlos entre sí. Lo mismo me ha pasado para poder entender la actitud de los protagonistas, para no verla con los ojos de ahora-aquí, sino con los de entonces-allá.

Son muchas las razones que me impulsaron a escribir ahora: tal vez porque me encuentro en una época muy difícil de mi vida debido a la enfermedad de ‘‘papi’’, Moris Goldstein, y sé que no hay garantía de que mañana pueda hacerlo; quizás lo hago porque un buen día mi amiga Edith Drezner me hizo una pregunta que requería de un respuesta larga y compleja, o porque me pidieron recientemente que en veinte líneas escritas a mano describiera como sobreviví el Holocausto, para presentarlo en una exposición de arte, Silencios, de Erika Diettes. Lo hago también porque veo con claridad absoluta que el amor que se tenía dentro de la familia hizo que nos apoyáramos siempre, y fue ese mismo amor el que me dió fortaleza en los tiempos difíciles. Quiero que mis nietos se tengan eso mismo: el amor, el respeto y la consideración que dan fortaleza.

Para escribir la historia del Holocausto en Hungría hay gente más capacitada que yo y no es esta la intención de mi relato. Para el interesado en la materia lo mejor sería leer el libro de Randolph Braham, en su versión corta. Para describir la posición peculiar del judaísmo húngaro desde 1840 hasta 1956, también se necesita de mucho conocimiento. Yo, simplemente, trataré de ambientar brevemente los antecedentes históricos, seguramente en una forma incompleta y deficiente, pero con el deseo de darle algo de perspectiva a las vivencias que voy a relatar.

Los datos estadísticos que aparecen a lo largo de esta narrativa fueron tomados de las siguientes fuentes: Magyar Holokauszt, de Randolph Braham, Editorial Gondolat, que ya mencioné; publicaciones por internet del historiador Ph.D. Karsai Laszlo, y de Karsai Elek; de la transcripción del juicio que se le hizo a Eichmann en Israel; de Schmidt Maria en Diktadurak Ordogszekeren; de la Encyclopaedia Judaica y de Hungary in the Twentieth Century de Ignac Romsics, Corvina Books Ltd. 1999. Mi intención no es la de editar un documento científico sino relatar una historia que sale del corazón.

A mi amiga Lía de Roux le agradezco su invaluable aporte corrigiendo mi particular Castellano, a veces muy húngaro, y por las pautas que me dio para armar y editar este relato.

El odio es enseñado, por eso pienso que la tolerancia y la convivencia también pueden y deben ser enseñadas.


Confío en que mis experiencias puedan dejar en mi descendencia grandes lecciones de vida, pero que las circunstancias les sean más favorables.


Finalmente, escribo también porque quiero agradecer, por escrito y para que perdure el reconocimiento, a aquellos que se comportaron con dignidad y sentido humanitario con mi familia, quienes de alguna u otra manera ayudaron a que sobreviviéramos. Ellos son:


1. Vasdenyei Istvan (Justo entre la Naciones) y el Sr. Ormai, comandante del campo de detención de Kistarcsa, por su ayuda a papá, donde estuvo por más de 6 meses, en el edificio E.

2. Raoul Wallenberg, en cuya casa de protección estuvimos unos días.

3. Kenesei Bela y el Sr. Dvorzak, también por su ayuda a papá.

4. Szucs Gabor Laszlo, comandante de papá en uno de los campos de trabajos forzados, presidente de la Fiscalía de Budapest antes del inicio de la guerra.

5. La baronesa cuyo nombre no recuerdo que, a pesar de que lo hizo por retribución económica, tomó el riesgo de escondernos en Budaörs.

6. Dr. Barcs, el notario que autenticó documentos falsos.

7. Las empleadas Teri y Juli neni.

8. Moshé Alpan, de la Shome HaTzair de Munkacs y Budapest

9. El oficial húngaro del Ejército Rojo (S. Fried) quien liberó a papá evitando así que fuera deportado a Siberia. Fue parte dle batallón 101 / 41. 50.000 judíos murieron en frente ucraniano.

10. Y todos aquellos cuyos nombres no me llegan a la memoria, pero sí sus nobles acciones



Nota: "Tolerancia" no es una palabra que me gusta. No quiero que me toleren, quiero que me respeten


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