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Carmenza y Beto, un amor bombardeado



Del Libro "Amores bajo Fuego" de Martín Cruz


Tenías el impulso de volar/Te adoraban los niños, te lloraron los mayores/ una flor se apagó y brilló una estrella/Asfixiaron tu pecho/te cerraron tus ojos para siempre/Un ave de metal y la furia del imperio, ahogó en sangre tu respiración/ recuerdo hoy día, a día como faro en el horizonte con tu uniforme, tu brazalete tricolor, nunca le faltaba, era el orgullo pleno de la indomable guerrillera/Un beso en la eternidad.(Fragmento de un poema a Carmenza).


Carmenza entró a las filas guerrilleras de las extintas FARC en el año 1987, al noveno frente en el oriente antioqueño. Posteriormente fue trasladada al occidente de Caldas, a apoyar la organización del frente guerrillero ‘Aurelio Rodríguez’ en el Eje Cafetero. Tenía 20 años. Fue guerrillera durante de 25 años. Terminó el bachillerato. En su vida guerrillera se destacó en el plano político y militar, cumplió varias misiones como correo a varios organismos superiores y algunas labores de logística en la ciudad. Su familia íntegramente ligada al trabajo de las comunidades indígenas, su padre dirigente destacado del resguardo indígena de Cañamomo, dirigente de la Unión Patriótica, era además compositor y músico autóctono de la región. Fue asesinado por los paramilitares en el año 2001. Con Mencha como le decíamos cariñosamente eran cuatro hermanos, 3 mujeres y un hombre, todos fueros guerrilleros, de los cuales, dos murieron, y dos fueron licenciados por enfermedad. Ella alcanzó todas las responsabilidades, hasta llegar a integrante del Estado Mayor del frente. Estuvo dirigiendo la emisora clandestina Resistencia FM Estéreo Eje Cafetero.


Beto llegó de 20 años a las filas guerrilleras, el 10 de abril de 2006 donde estuvo ocho años. Oriundo de Nóvita Chocó, a orillas del río Tamaná. Excelente guerrillero. Creció en medio de grupos armados y la pobreza en esta región abandonada por el Estado. Experto en manejar motores fuera de borda. Nos recuerda Beto:


—Con la Mencha nos enamoramos a finales en el año 2008. Recuerda él, que en una ocasión, después de una hora cultural, se sentaron juntos y le preguntó, ella que cuando cumplía años. Él, le dijo la fecha. No se dijeron nada mas. La sorpresa fue cuando llegó mi día.


—Me llamó a la caleta y me dio, una copa de vino, me abrazó. Me felicitó y me dio un beso. Y nos hablamos unos cinco minutos. Ahí comenzó una linda amistad con ella.


Luego, hubo mas acercamientos y terminamos de novios, como a los dos meses, solicitamos se nos permitieran hacer vida de pareja. Fue una relación muy hermosa, puesto que, además de nuestro amor, fue quien me enseñó, a ser un guerrillero responsable y cumplidor de las determinaciones y las tareas asignadas. Con ella, pasé los operativos militares mas intensos, pero a la vez disfrutamos del amor en medio de la guerra. Para amarnos siempre hubo tiempo, sin importar las condiciones. Siempre me inculcó la moral. Fue un amor lindo sostenido en el trasegar de las marchas en la espesa selva, la naturaleza fue nuestra cómplice.


—Recuerdo hoy con tanta nostalgia que celebrábamos nuestros cumpleaños como fuese, tampoco dejábamos pasar el día del amor y la amistad. Si nos cogía esta fecha en la selva, nos regalábamos aunque fuera una flor de nuestro entorno. Contacté a Beto en los primeros días de 2022, hablamos de Carmenza por largo rato. y con voz entrecortada me dijo:


—Camarada es el amor mas hermoso que he tenido en mi vida. Nunca he podido superar lo que pasó con ella. Fue la persona mas tierna, dulce, cariñosa. Un amor que se me quedó muy adentro de mi corazón para siempre. Va a cumplir 10 años de su partida. Nunca pensé que nuestro amor fuera a terminar de esta manera por culpa de la maldita guerra. Beto nos relata todos lo detalles de aquel desastre, bajo fuego:


Los operativos militares aéreos estaban al orden del día. Nuestra movilidad era total. El ejército se tomó la parte alta de la cordillera. Y la verdad le decía a la población que había llegado para ‘quedarse’. Hacían enormes campamentos, entre otras cosas destruían sin control la naturaleza, haciendo helipuertos casi en todas los cerros dominantes. El día 16 de julio de 2012, llegamos a la vereda La Palma jurisdicción del departamento del Chocó, márgenes del río Andágueda. Pernoctamos en al selva como siempre, a 30 minutos de una comunidad indígena. Todos los días cambiábamos de sitio para dormir por seguridad…Beto hace se queda unos minutos en silencio y continúa:


—Ese día me tocó hacer la comida. Pero antes hicimos la caleta con Carmenza. Con unas hojas secas improvisamos un tendido que nos sirvió de cama para dormir. Los mandos ordenaron hacer las descubiertas, al perímetro del campamento. Dieron las consignas rutinarias como en todo cuerpo militar en campaña.


Ciertamente ese día el encargado de la monitoría electrónica del enemigo detectó una comunicación, del despegue de la base militar de Tolemaida, de unos helicópteros Black Hawk. Al mucho rato ya oscureciéndose, pasaron por encima de nuestro campamento. Un compañero dijo:


—Para donde irán esos aparatos. ¿Quiénes serán los masacrados esta noche? Lejos estábamos de pensar que seríamos nosotros. De todas formas los mandos dijeron:


—Sacar del equipo, solamente lo necesario y el resto de cosas, listas para una salida. Vámonos a dormir y los guardias, pilas para dar la alarma ante cualquier eventualidad. Sigue con su relato Beto:


—A mi tocó el último turno de guardia, una pequeña avanzada a 500 metros del campamento. A las tres y media de la madrugada me llamaron. Estaba cayendo una impresionante aguacero, Le dije a la Mencha, amor voy para la guardia, se sentó en la cama, me abrazó y nos besamos, era siempre nuestra costumbre. Nos queríamos de verdad. Mas o menos a las 4.45 escuchamos un avión Kfir que se dirigía al campamento. Un ruido de sus motores verdaderamente aterrador. Todavía caían de los arboles gruesas gotas de agua. Pasó de largo. Pensé va para otro sitio.


El monitoreador captó de una vez la comunicación del Kfir. Informando que, ‘Se ve muy tupido la selva para desembarco’. Ya estaba lejos del campamento. Creímos que era para otro lado. Nos confiamos y cuando regresó el Kfir. lanzó como tres o cuatro bombas que estremeció la tierra y grandes árboles arrancados de raíz. En lo que antes era selva, quedamos en un campo abierto. Nos sacudió hasta el alma aquellas explosiones. Un chispazo de candela que nos atortoló por completo. La única reacción fue salir por entre palizadas, de hondos huecos dejados por la explosión. A los 15 minutos llegó la oleada de helicópteros, disparando como locos, con todo el volumen de fuego para matar todo cuanto hubiese quedado con vida. Fue un verdadero infierno. Cada quien fue saliendo del ataque mansalvero como podía Nos cuenta Beto:


—Mi primer pensamiento cuando se devolvió el bombardero, fue mi Mencha. Intenté ir por ella, pero el fuego era muy nutrido. Además, ya estaban desembarcando en medio de la oscuridad, utilizando visores nocturnos. El desespero mío era total. Fui hasta cerca del campamento y ya había tropas enemigas en tierra. Fuimos saliendo hasta que amaneció. Como a las 06-00 de la mañana, llegó el avión fantasma. Un helicóptero volaba mas bajo y era que perifoneaba diciendo:


—“Entréguese guerrillero tu familia lo espera con los brazos abiertos”. “Desértate, entregue su comandante”. Una lluvia de panfletos caían sobre la selva.


Al llegar las dos de la tarde, ya habían aparecido la mayoría de los guerrilleros. Se iban reportando a medida que aparecían, algunos con heridas, pero no graves. No aparecía Carmenza en ningún lado. Organizamos con algunos compañeros la búsqueda de ella. Beto nos llamó y nos dijo:


—Autoríceme yo voy al campamento a trato de explorar a ver que pasó con ella. Le respondimos qué no. Que esperáramos al día siguiente. Efectivamente, el otro día evacuaron todo el ejército. Organizamos una exploración para precisar que había pasado con mencha. Beto nos propuso:


—Yo voy con el comando a explorar el campamento. Así se hizo. Cuando Sigue Beto su narración:


—Cuando íbamos llegando al campamento y a las primeras caletas un desorden horrible. El ejército había vaciado todos los equipos. Habían regado las provisiones que teníamos en el pantanero. Las ropa interior de las muchachas las habían colgado en estacas. Otras las quemaron. Seguimos buscando nuestra caleta en grandes palizadas. Llegamos a la caleta, donde dormimos. Un inmenso árbol con su follaje tapaba nuestra casa en la selva. Las cosas de ella, esparcidas por todo lado. Un mechón de cabello, era lo único que había de mi compañera y sangre coagulada y moscas. Encontramos una bota de ella. Presumo que al sacar a Mencha debajo del árbol, se le salió del pie.


—Al ver aquel cuadro tan horrible, me senté y lloré como un niño abandonado. Me habían asesinado el amor de mi vida en un combate traicionero, con el uso desproporcionado de la fuerza. Se la habían llevado como trofeo de guerra. Nadie mas murió aquella madrugada. Aquellos jirones de cabellos los guardé por muchos años. Han pasado casi nueve años, ni siquiera pude enterrarla, es una alma mas que el Estado debe dar cuenta de ella. Cada año para su cumpleaños navegó en los recuerdos que yacen vivos en mi.










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