Globalismo vs. Nacionalismo: El Gran Paradigma del Siglo XXI
Por Omar Bula
En los últimos meses, varias personas me han preguntado sobre el fenómeno del globalismo, un término que menciono con frecuencia en mis intervenciones.
Sorprendentemente, mientras este término ya hace parte de los grandes debates políticos entre los países más desarrollados desde hace varios años, en América Latina, muchos desconocen su existencia - y esto incluye políticos, tomadores de decisiones y académicos. En algunos casos, incluso han llegado a tildar el globalismo de teoría de conspiración.
Decidí aclarar el asunto.
En primer lugar, es esencial destacar que globalización y globalismo, aunque a menudo se confunden, no son términos intercambiables. Esta confusión no solo persiste entre quienes abordan el tema por primera vez, sino también en artículos periodísticos, textos académicos y otras fuentes.
La globalización es un proceso con vida propia que se refiere a la integración de actividades económicas a través de los mercados, impulsado mayormente por el crecimiento demográfico y los grandes cambios tecnológicos y políticos.
El globalismo, en contraste, es tanto una ideología como un movimiento político que argumenta que para gestionar la interdependencia mundial se requiere un mundo de fronteras abiertas y la cesión de soberanía nacional para abordar problemas globales como las pandemias y el cambio climático.
El globalismo se opone al nacionalismo y considera que este enfatiza la división, crea conflictos y a menudo socava la cooperación global.
De esta disyuntiva surge el gran paradigma político del siglo XXI: el enfrentamiento entre Nacionalismo y Globalismo. Mientras los nacionalistas defienden la soberanía nacional y la protección de sus culturas, los globalistas promueven un mundo sin fronteras y la gobernanza supranacional.
Este debate no es nuevo; desde mediados del siglo pasado, reputados políticos y académicos han discutido la relevancia del Estado Nación en el contexto global.
La Universidad de Princeton, por ejemplo, publicó el libro de la Dra. Or Rosenboim “El Surgimiento del Globalismo”, el cual ilustra cómo las visiones contrapuestas del orden mundial en la década de 1940 dieron lugar al concepto moderno de globalismo.
En nuestros tiempos, sin embargo, la idea ha resurgido con fuerza y son muchos los que apoyan abiertamente el globalismo. Esto incluye las Naciones Unidas, el Foro Económico Mundial y hasta el propio presidente de EE.UU., quien fundó el controvertido Centro Penn-Biden mayormente con ese propósito.
En contraposición a ciertas percepciones, el nacionalismo actual no guarda relación con las dictaduras del siglo XX, como las de Stalin o Hitler. Este, en cambio, se posiciona del lado opuesto del globalismo y se caracteriza por respaldar la soberanía y el autogobierno sobre la creación de una sociedad de "un solo mundo", protegiendo las fronteras y preservando las respectivas culturas nacionales.
El nacionalismo del presente se opone a políticas como la migración en masa y la entrega de la soberanía nacional a instituciones multilaterales supranacionales y sostiene que el globalismo conduce a la pérdida de identidad cultural y quebranta los procesos de toma de decisiones democráticas a nivel nacional.
Ahora bien, la disyuntiva entre nacionalismo y globalismo no se reduce solo a teorías u opiniones divergentes sobre cómo gobernar el planeta mejor; esta ya se manifiesta en la realidad global desde hace varios años.
Entre muchas de sus manifestaciones, para poner solo algunos ejemplos, están la explosión del fenómeno migratorio a nivel global, la creciente toma de decisión sobre asuntos nacionales por parte de organizaciones multilaterales y la penetración de nuevas ideologías disruptivas en nuestras sociedades.
En otras palabras, el globalismo no solo existe, sino que su creciente influencia es determinante en los grandes cambios que presenciamos actualmente.
Desde mi perspectiva, es hora de que este debate se integre en los grandes debates políticos de nuestra región, a menos que - como suele ocurrir - nos dejemos simplemente arrastrar por la corriente de las grandes reformas globales que definen nuestro futuro.
Gracias por tu tiempo y atención
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