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Hombre con Hombre y Mujer con Mujer

Agosto de 2013

A raíz de los “excrementales” comentarios del senador Gerlein a cerca de la legalidad del homosexualismo en Colombia, consideré prudente dedicar un artículo a éste tema exponiendo una visión judía ortodoxa intercalándole ciertos comentarios personales de otro lado de la balanza.


Buena parte del Judaísmo Conservador y la totalidad del Reformista no tiene hoy en día problema alguno con aceptar feligreses homosexuales, en pleno ejercicio de funciones, tanto en la sinagoga como en sus lechos. Levítico (18:22) es claro en decir que quien se acuesta con hombre como quien lo hace con mujer comete una abominación. Dos versículos después se explica que dicho pecado deberá ser castigado con pena de muerte. De ahí se deriva la contundente condena que la Ortodoxia le aplica a este comportamiento. Pero como con todas las leyes, una cosa son los titulares y otra es su letra menuda.


En los textos se podrá encontrar lo que se busque y se le podrá dar la interpretación que se necesite. El judaísmo clásico ha sido escencialmente un judaísmo de acciones y no de sentimientos. Dicho de otra forma, se nos enseña a actuar y no solo a querer actuar, o a dejar de actuar y no únicamente a dejar de desear.

¿Homosexualismo es una condición con la que se nace o también se puede “aprender”?, ¿Es abominable el deseo y el sentimiento, o únicamente lo es el acto como tal?, ¿Puede ser este acaso una experiencia puntual y pasajera que se expía con la Teshuvá?, ¿Es igualmente condenable la relación forzada como una consensual, y es igualmente condenable para el agresor como para su víctima?, ¿Es acaso abominable también el lesbianismo?


Veamos otras fuentes bíblicas para contextualizar el tema. Jam es maldecido en Génesis 9:22 por “lo que le hizo a Noé cuando vio su desnudez. El Talmud discute si Noé fue castrado o penetrado. En Génesis 19 concluimos que Sodoma y Gomorra fueron destruidas por la ira de Dios debido a “sus costumbres” y motivada por una violación homosexual (Me asalta la duda si el énfasis recae en la violación o en homosexualismo). Ezequiél 16, en vez, explica que la destrucción fue causada por la arrogancia de estos pueblos. Deuteronomio 23:18 prohibe que personas de ambos sexos se prostituyan en ritos paganos (¿Énfasis en Prostitución o en Paganismo?). Haciendo lectura del Tanaj, mentes liberales podrán decir que el texto bíblico insinúa relaciones (o al menos sentimientos) homosexuales entre Ruth y Naomí, y posteriormente entre David y Jonathan. Si asumimos que estos personajes no eran homosexuales practicantes, sus comportamientos nos obligan al menos a preguntarnos si el sentimiento homosexual (sin la consumación misma del acto) es punible o no.


El Talmud aporta varios comentarios: Bar Kapara explica el homosexualismo como Toeva (abominación), y las tosefot pertinentes describen que el término hebreo se deriva de “Toe Ata” (“te descarriarás / equivocarás”) implicando que la experiencia homosexual alejará al marido de su mujer. Implícito acá está el concepto rabínico de que “Israel (todos nosotros) no es sospechoso de Homosexualismo”, o dicho de otra manera, somos inocentes hasta que se pruebe lo contrario. Es decir, la naturaleza del hombre (masculino, porque la Tora y los textos que de ella se deriva están dirigidas a varones y no a mujeres) es la de tener esposa y procrearse. Por ende, es permitido, por ejemplo, que dos varones compartan una misma cobija (así no falten comentarios rabínicos que a conveniencia prohíban a dos hombres estar solos). Rav comenta que Potifar compró a Josef para su provecho sexual y que por eso, cuando la Tora obliga a distanciarnos de las prácticas egipcias se refiere a su homosexualismo. Rav Huna comenta que la generación del diluvio fue condenada a ahogarse una vez comenzó a oficializar actas matrimoniales entre parejas homosexuales. Posteriormente, Rav Huna también dice que lesbianas no podrán casarse con un Cohen, así la Halajá posteriormente concluya que no existe tal prohibición (lo que me refuerza mi apreciación de que la Torah no prohíbe el lesbianismo). Siglos después, Maimónides consideró prudente flagelarlas (no pun intended!). El lesbianismo, en últimas, tendrá a su favor que no conlleva a una pérdida de semilla que, considero yo, es en realidad, más que el concepto de perversión o los actos contra natura, la verdadera causal de la prohibición que la Tora hace del homosexualismo.


Sanhedrin 69b y Kettubot 11b hacen alusión a actos permitidos de pedarastria (tanto de hombres como de mujeres con niños varones) que prefiero ni mencionar acá, pero que invito a que cada uno lea, consulte y opine. Pero por otro lado, Sanhedrin 44a nos enseña que incluso cuando un judío haya pecado, sigue siendo parte del pueblo de Israel. De ahí que en Tanya 32 se enseñe en despreciar al pecado mas no al pecador y por ende se puedan acomodar circunstancias en que el rigor de la Ley se obvie con la Teshuvá.


Como siempre, en los textos se podrá encontrar lo que se busque y se le podrá dar la interpretación que se necesite. El judaísmo clásico ha sido escencialmente un judaísmo de acciones y no de sentimientos. Dicho de otra forma, se nos enseña a actuar y no solo a querer actuar, o a dejar de actuar y no únicamente a dejar de desear. Movimientos más recientes como el Hasidismo y el Mussar han querido darle mayor énfasis al alma, al sentimiento y al poder de la Teshuvá, lo que ha conllevado a una nueva gama de interpretaciones y enseñanzas sobre el comportamiento humano que no necesariamente reflejan el espíritu que se lee en la Tora o el Talmud.


Creo que conceptos como el de la presunción de inocencia han llevado a buena parte de la ortodoxia a escudarse innecesariamente en un halo de “santidad” inexistente y a no querer reconocer este tema dentro de sus filas. Consecuentemente, muchos evaden tratarlo responsablemente. Esto genera numerosos problemas sociales al interior de comunidades, familias, matrimonios y personas. Excepcionales son organizaciones como JONAH y Atzat Nefesh que han querido atender las necesidades de homosexuales ortodoxos (a su estilo y a menudo con agendas parcializadas). Me rehuso a clasificar al homosexualismo a la par con la drogadicción o la prostitución, pero como comportamientos recurrentes del ser humano, y sancionados negativamente por la ley (civil o religiosa) siempre consideraré mejor permitirlos y legislarlos que prohibirlos, muy especialmente cuando hacen parte de la vida privada de los implicados. Sugiero ver las películas “Say Amen” y los documentales “Trembling Before God”, “Keep not Silent” y “And Thou Shall Love” para ilustrar mejor la vida homosexual dentro de ambientes ortodoxos y los conceptos halájicos en que se enmarcan, las cuales pueden servir como punto de partida para buenas discusiones al respecto.


La relación homosexual consensual entre dos adultos no es de mi incumbencia ni considero que debiera serlo de ley alguna. Como diría Katrina Voss en el bimensual Free Inquiry, ellos no debieran necesitar de una licencia por parte de religión alguna para vivir libremente sus vidas, ni tampoco por parte de la Ciencia que se empecina en querer definir si su comportamiento es natural, aprendido u optativo. (Aprovecho acá para recomendar esta revista a mis amigos liberales y a mis detractores godos, algunos quienes a veces critican a dos gays cuando bailan abiertamente en una boda pero a quienes también se les ablanda el corazón y flexibiliza la Halajá cuando del closet de sus familias sale un flameante homosexual).


Argumentos de salud pública también carecen de relevancia cuando es más que evidente que las relaciones heterosexuales no son inmunes a transmitir enfermedades. Que si Sodoma o Roma cayeron por su desenfreno homosexual (dicen unos), igualmente se puede decir que Alejandro Magno conquistó medio mundo y los corazones de muchos varones. Si hay que tomar a pecho cada mitzva en la Tora como las alusivas a no acostarse con otro varón, ¿Porque no hacer lo mismo entonces con las leyes que regulan la esclavitud, o las que nos instruyen a flagelar, ahorcar, decapitar o apedrear por otros motivos?, ¿Por qué no seguir siendo polígamos como lo fueron Abraham, Jacob, David o Salomón?, ¿Por qué no seguir haciendo sacrificios?, ¿Por qué no seguir haciéndole pruebas con pociones mágicas a las mujeres infieles? Si la ortodoxia ha podido hacer de lado con estas leyes ¿Por qué no poder hacer más liberal la interpretación de la ley sobre homosexualismo? Seríamos capaces, en sano juicio, de tolerar la pedarastia expuesta en Sanhedrin 69b?, ¿Acaso podemos prohibir o dejar de hacer lo que la Tora obliga pero no podemos tolerar lo que sin tanta claridad la Tora castiga?


En Sukot juntamos 4 tipos de hierbas y en Pesaj hablamos de los cuatro hijos que hacen parte de nuestro pueblo. La palabra Tzibur significa Congregación. Nuestros sabios explican que su raíz está en el acrónimo de Tzadikim, Beinonim U-Rashim (Justos, “del montón” y Malos). Así estuviese yo de acuerdo con la posición ortodoxa que el homosexual fuese “malo”, eso mismo me obligaría a respetarle su derecho a ser abiertamente parte de la comunidad e integrarlo a la misma.

Biblbiografia:

- “Homosexuality and Halacha”, Rabino Michael Gold,

- “Homosexuality in Orthodox Judaism”, Rabino Nachum Amsel


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