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La espina en todos los zapatos del Medio Oriente

Actualizado: 4 nov 2020



Por Jack Goldstein

Hoy, esa espina es Turquía, la de Erdogan. Ese que acusa a Israel de cualquier mal, se ha convertido, a conciencia y elaboradamente, en el bully del vecindario.


El Imperio Otomano fue refugio para decenas de miles de sefaradíes que salieron corriendo de la maldita España. Desde Sarajevo hasta Alepo, de Bucarest hasta El Cairo, pudimos encontrar lugares para desarrollar amablemente nuestras nuevas vidas, y por lo general, en harmonía. El califato nos trataba como dhimis y cobraba sus impuestos, pero lejos estuvimos de las persecuciones que sufrimos en el mundo cristiano. Bajo los turcos, volvió a florecer el ladino y bajo ellos es que se comenzó a planear los primeros pasos del sionismo político, pues en manos otomanas estaban Palestina y Jerusalem. Por eso, algunos turcos nacionalistas nos acusan de traición por habernos aliado, al final de la Primera Guerra Mundial, con los británicos, quienes serían los nuevos mandatarios de Palestina y quienes nos firmarían la Declaración Balfour en 1917 dando piso legal al establecimiento del Estado.


Pero para la Turquía de Erdogan, los judíos e Israel no son su única obsesión ni creo que haya sido el origen de tantas maquinaciones recientes. Apuesto a que Erdogan es antisemita y antisionista, pero debemos salir de nuestro microcosmos para entender otros factores que motivan a los turcos. Uno puede ser su complejo de inferioridad tras la Gran Guerra y la pérdida del Imperio. Más importante aún ha sido la enorme frustración (política y ante todo económica) de no acceder a la Unión Europea tras décadas de negociaciones; su cultura islámica ha sido bocado difícil de roer para las democracias de Francia o Alemania. El país se encuentra en el cruce de grandes civilizaciones y posee muchas de las fronteras más calientes del mundo: Rusia, Irán, Iraq, Siria, Israel, el Cáucaso y Europa. Por su territorio es que necesariamente deben pasar las hordas de migrantes. Su territorio sirvió de base para la OTAN durante la Guerra Fría y la invasión a Iraq. Después de décadas como segundón, la Turquía de Erdogan se jugó sus cartas sabiendo que sería pieza complicada para todas las potencias, que el mundo posmodernista sería incapaz de frenarlo mientras buscaría su rol como nuevo líder del mundo islámico.

¿Si Francia no hubiera vetado la entrada de Turquía a la Unión Europea, estaríamos en este tierrero?

¿Si Francia no hubiera vetado la entrada de Turquía a la Unión Europea, estaríamos en este tierrero? Esas preguntas son para filósofos y especuladores, y a la hora de especular, yo diría que Erdogan no sería tan antisionista. ¿Hubiera sido mejor aceptar a 50 millones de turcos -en ese entonces- dentro de ese mercado multicultural europeo, o hubiera sido Turquía una quinta columna aún peor? Lo que es claro hoy es que no es claro a qué juega Turquía. A veces, socia y aliada de Europa y la OTAN y a veces no; otras veces haciéndose cariñitos con Rusia, China o Irán, y a veces bajándose MIGs rusos o jugando la carta sunita contra los shiitas.


No creo que el sionismo haya traicionado al Imperio. Los otomanos iban ya de salida, su imperio se reducía como hoja de papel chamuscándose. El ejemplo de limpieza étnica con kurdos y especialmente con griegos y armenios desde los 1880´s no era auspicioso para Hertzl, Weizman o Jabotinsky. Los turcos nunca quisieron apoyar esa soberanía judía en una porción minúscula de sus dominios. Algunos judíos se enfilaron en el ejercito británico y pelearon contra los turcos. ¿es eso comparable a las fuerzas que el muftí de Jerusalem envió a pelear del lado de Hitler en la siguiente guerra? Claramente no, la brigada judía nunca peleo para exterminar turcos.


Desde temprano en su mandato, Erdogan perfiló su sesgo anti-israelí como aglutinador del nacionalismo que sopesaría la no inclusión de Turquía en la UE. Su apoyo a Hamás y a la Hermandad Musulmana, sus malévolas flotillas para violar el embargo a Gaza, su manipulación de la prensa para promover cuanta conspiración se le cruzara por la menta le genera el apoyo de las masas que desea. Eso, sumado a sus maquinaciones tras el fracasado golpe de estado de hace cuatro años, han reducido a casi nada cualquier oposición al régimen.


Hoy en día, Turquía sigue siendo miembro de la OTAN, aportando uno de los ejércitos más grandes y las fronteras más complicadas de la alianza. Pero Turquía está acosando a Grecia y Chipre por la soberanía de aguas en el Mediterráneo. Con ese alegato, Turquía busca un espacio para explotar nuevos yacimientos de gas en esa zona.

Turquía además ocupa el 40% de Chipre y ahí ha instalado la República Turco de Chipre del Norte desde 1974, reconocida únicamente por ellos, desde donde apunta sus cañones al ejercito "aliado" griego-chipriota.

Artificialmente, Turquía firmó recientemente un acuerdo de delimitación de aguas territoriales con el gobierno artificial de Libia, con lo cual se pasó por la faja las aguas marinas de Grecia y Chipre.

Turquía tiene, desde hace muchos años, una base militar en las costas de Somalia, construida sobre las ruinas de un antiguo puesto militar otomano. Desde ahí también puede acosar al tráfico marítimo por el Mar Rojo. Turquía ha invadido Siria, Iraq y más recientemente Libia, en abierta confrontación con rusos, americanos, iraníes, emiratíes y egipcios. Artificialmente, Turquía firmó recientemente un acuerdo de delimitación de aguas territoriales con el gobierno artificial de Libia, con lo cual se pasó por la faja las aguas marinas de Grecia y Chipre.


Erdogan no ha perdido oportunidad para visitar y fraternizar (literalmente) con los presidentes de Gagauzia (una región autónoma de turcómanos cristianos al sur de Moldavia), o con cualesquiera pueblos turcómanos de Asia Central, incluyendo líderes del exilio Uygur de quienes se ha convertido en su embajador y principal crítico de China.


Erdogan ha jugado brillantemente su función de válvula receptora y expulsora de inmigrantes de Siria. Con ellos, tiene en jaque a Occidente. Abre y cierra el chorro a su gusto. Y para ser más fastidioso aún, Aghia Sofia la reconvirtió en mezquita dando una nueva palada en su campaña de islamizar la otrora orgullosa república laica y secular que fundó Ataturk. Recientemente, le recordó al mundo que las murallas de Jerusalem fueron construidas por turcos (cierto) y que eso servía para reclamar titularidad sobre Al-Quds. Un problema de fondo en el islam es que cualquier terreno que alguna vez tuvo soberanía islámica, siempre lo deberá tener. Y en su función de Director Técnico del islam nacionalista, ahora incita a boicotear productos frances porque siempre "un cartoon será peor que un cuerpo decapitado". Para rematar, banaliza la shoa argumentando que el trato que Europa le da a los musulmanes que recibe en sus países es igual a los pogroms y a lo que los nazis hicieron con judíos. Inshala, Francia sabrá mantener la guardia y no irá a sucumbir en sus principios liberales ante estos embates del oscurantismo.


Quienes piensen que esta región es insignificante, los invito a que vean el mapa del mundo y tracen una linea que arranque en Sarajevo (...) Ese formidable paseo, damas y caballeros, cualquier 20.000 kilómetros, se puede hacer exclusivamente a través de territorios turcómanos, con la sola excepción de ese pedacito angosto y cuasi despoblado que es Armenia y Nagorno Karabah.

Con la misma frialdad con la que ha inventado supuestos ataques kurdos desde posiciones en Siria e Iraq para así justificar su invasión de esos países, así también ha confabulado con nuestros queridos amigos azeríes, aliados nuestros en la guerra fría contra Irán, haciendo alarde de la confraternidad turcomana, para azuzar el fuego en Nagorno Karabakh. Quienes piensen que esta región es insignificante, los invito a que vean el mapa del mundo y tracen una linea que arranque en Sarajevo. Tracen ahora un recorrido en carro imaginario paseando por Montenegro, sur de Bulgaria, Turquia, Armenia (con Nagorno Karabakh), Azerbaijan donde abordan un ferry que los atraviese el Mar Caspio y los deje en Turkmenistan. De ahí siguen por Uzbekistan, Kyrgyztan, Kazakhstan y entran a China Occidental, hogar de los perseguidos Uygur y llegan hasta el centro de esta potencia. Ese formidable paseo, damas y caballeros, cualquier 20.000 kilómetros, se puede hacer exclusivamente a través de territorios turcómanos, con la sola excepción de ese pedacito angosto y cuasi despoblado que es Armenia y Nagorno Karabah.


Curiosamente, ahora Israel se ve envuelta en un conflicto del lado de Turquía, pero asumo que no por mucho tiempo más. No tengo pruebas de esto, pero ni me hace sentido que Armenia haya provocado guerras que no necesita ni dudaría que ahí estén las pezuñas de Erdogan pescando en río revuelto.


Cuando Erdogan accedió al poder y le analicé sus primeras jugadas, consideré que era el personaje más peligroso del mundo moderno. Diez años después sigo pensando lo mismo; tufillo a Europa de los años ´30´s. Lástima, pues me fascina Turquía y me caen muy bien los turcos. Tienen todas las cualidades para ser magníficos aliados, pero últimamente han desarrollado todas las otras virtudes para ser la más aguda espina en los zapatos de Israel y del mundo occidental.

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