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No en mi nombre

Actualizado: 13 mar


Por Jack Goldstein


Este año, cuando lea en el Seder de Pesaj sobre los 4 hijos, recordaré también las palabras de los Salomones y las Ursulas de nuestra fauna comunitaria (y de otras mentes que le perdonan al presidente su sarta de atropellos antisemitas por el ciego amor que le profesan al Cambio). Personificarán ellos al Rasha que en cada generación asoma para avergonzarnos con la carga de sus conciencias posmodernistas, periféricas y renegadas. Cargan ellos con el duro complejo de años de querer ser, sin saber qué, y pretenden congraciarse con ese entorno que consideran humanista, sin entender el veneno del que beben y que alimentan sin darse cuenta. Sus voces aparecen ahora, cuando lo usual ha sido su silencio cómplice.


רָשָׁע מָה הוּא אוֹמֵר? מָה הָעֲבֹדָה הַזֹּאת לָכֶם? לָכֶם - וְלֹא לוֹ


Callaron el 7 cuando nos atacaron. Callaron el 8 cuando aún no habíamos respondido y ya las masas enceguecidas de odio clamaban por más sangre nuestra en calles que hasta ayer considerábamos seguras. Sus argumentos comienzan con “Soy judío, pero…”, o “Como hijo de sobreviviente no puedo callar…” para así adueñarse de un vaho moralista con el que pretenden ganar la atención de sus fans. Son expertos en solfeo, farándula, artes plásticas o marxismo aburguesado, pero no son sabios en estrategia militar, ni en historia, ni mucho menos en cordura. Son simples repetidores de los “talking -points” del enemigo y del incauto. Se esconden en silencio cuando no saben responder a contertulios, en vez de aprender del tema para poder debatir con altura. Menos aún les importa las consecuencias de sus impertinencias cuando algo osan improvisar, dándoselas de ecuánimes. Sufren la patología de la disonancia cognitiva, esa que naturalmente se da más a menudo entre mentes ilustres que entre quienes admiten que solo saben que nada saben. Incomodos están en el caos de su intelectualidad. Para la próxima, sugiero un artículo que titule "Soy mamerto, y esto me quedó grande".


Ellos pretenden de Israel una guerra perfecta, pero le admiten mucho al enemigo, porque según Guterres, “nada sale de un vacío”. No saben criticar o admitir errores sin entregarle su alma al que no sabrá respetarle su misma humanidad, ni saben reconocer lo altamente autocríticos que sabemos ser. Para el caso, somos con Israel como el padre responsable que corrige, educa, critica e incluso castiga al hijo, pero nunca lo traiciona ni abandona. Las verdades que puedan esbozar, y que también les puedo compartir, para nada justifican ese radicalismo suicida que destilan. Su complejo diaspórico les hace preferir quedarse inermes, velar por la ambigua y nefasta "proporcionalidad", y servirle en bandeja de plata a Hamas un segundo, tercer o cuarto pogromo, como prometieron hacernos. Ni se percatan que sus consejos son miel a los oídos de Hezbolá e Irán, ansiosos de destruir al Estado de Israel, y de toda la mamertada izquierdista que hoy es fiel aliada del islam radical.  


El gran activo milenario del pueblo judío ha sido nuestra unidad y la defensa de cada paisano. Hoy, esas almas descarriadas, se prestan como idiotas útiles para quienes coleccionan videítos de Naturei Karta, Jewish Voices for Peace (un nombre engañoso, pues sus afiliados nos son judíos en su mayoría), o Students for Justice in Palestine gritando a los cuatro vientos su animadversión por el Sionismo.  En el mundo del RT: pretenden ser mayoría entre nosotros. Distan de serlo, pero alimentan la sed del antisemita (sí, antisemita) y los envalentonan, al saber que ahora cuentan con el apoyo de prestigiosos economistas, periodistas o artistas.


Golda Meir bien dijo que sabría perdonar a los enemigos por matar a nuestros hijos, pero no les perdonaría hacernos matar a los suyos. Esta es la hora de la guerra existencialista, como no se ha vivido en 75 años, y muertos civiles habrá, lamentablemente. Esta guerra, a diferencia de otras en Gaza o Líbano, hay que ganarla claramente, sin armisticios forzados por las potencias. Hamas no debe gozar del chance de poder rearmarse nuevamente. De lo contrario, y como en los culebrones, estaremos condenados a esperar el próximo capítulo de “To Kill a Jew”.


Ustedes no hablan por mí, ni por mi finada madre sobreviviente de la Shoa, ni por la enorme mayoría de Am Israel, ni por esa multitud de gente coherente -que no es judía-, que entiende muy bien el riesgo latente y también lamenta la guerra

El economista sabrá de estadísticas, pero también sabrá que con ellas también se manipula la verdad.  En solo 6 horas Hamás masacró 1.200 personas y tomó por rehenes a 250; por hora, eso es mucho más que los teóricos 30.000 en más de 5 meses de bombardeos, tanques y artillería pesada.  Sobre Gaza ha caído el doble de toneladas de explosivos que esos muertos palestinos -donde hay que incluir los asesinados por Hamás, y los muertos por sus cohetes erráticos, como aquellos ficticios 800 del hospital de Al-Shifa-. Eso, entre otras razones, hace que esta sea una guerra urbana como jamás se haya librado. ¿Dónde le quedaron los casos de Alepo donde la fuerza aérea rusa niveló y exterminó a centenares de miles apoyando a Asad? En Siria, Libia, Afganistán, Yemen o Iraq las muertes de civiles con relación a la de jihadistas han sido en proporciones que quintuplican a las de Gaza.  Un ejercito con sed genocida y superioridad aérea no habría entrado con infantería, sacrificando centenares de soldados. Esta guerra se hace en túneles bajo hospitales, escuelas, universidades y mezquitas que salen a la luz en jardines infantiles o viviendas. Se combate así la guerra para minimizar las víctimas civiles, por muchas que sean.


¿Hacen falta 5.000 camiones al día, dice con una sospechosa erudición el profesor? Antes del 7 entraban 500 y eso alcanzaba para atender equipos de riego, fábricas, restaurantes, supermercados y hoteles de lujo; daba para amoblar casas y llenar concesionarios con modernos carros, en eso que llaman “el mayor campo de concentración a cielo abierto”. Ya vimos los videos de cuán bella era Gaza antes de la guerra y qué hicieron con su tubería de riego. 500 camiones al día y tenían la osadía de hablar de bloqueo. Pero en esos camiones también entraba todo lo que necesitaron para construir túneles y cohetes en vez de casas. Y a través de los túneles más armas entraron. Puedo seguir con más datos, pero dejemos así por hoy. Algún día estudiarán esta guerra como ejemplo de guerra urbana, si es que Occidente no sucumbe primero ante su propia idiotez. Y capaz, si son inteligentes, los palestinos sabrán reconstruir una Gaza al estilo de lo que pasó con Alemania y Japón tras la Segunda Guerra.  Todos merecen una segunda oportunidad, dice la frase de cajón.


Hoy, el banquero defiende un cese de fuego, ese que ayer en los Premios Oscar pregonaron unos imbéciles que orgullosamente vestían pines con una mano roja, pensando que ese era el símbolo de la paz para Palestina, cuando lo que en realidad recuerda es la masacre de israelíes en durante la Intifada. Así de débil es su noción de la historia.

 



(para la muestra, el verdadero botón).

 

Por su parte, ella salió a defender la vida de cada palestino (literalmente), pero no supo defender la de su gente. Nunca se interesó por aprender la historia de su pueblo, pero con vehemencia decía saber que el sionismo no era lo suyo. No obstante, ella tiene claro eso del huevo o la gallina, y no duda en tirar la primera piedra. Salió a defender los derechos de las mujeres del mundo, pero ni pío dijo sobre sus hermanas violadas, secuestradas y torturadas. No solo eso, sino que supo con certeza que 99 era el máximo de días que Israel podía tratar de buscar a sus secuestrados; más allá de eso era una inútil barbarie. Para rematar, lleva años haciéndose la despreciada cuando minimizó cada manifestación de cariño, apoyo e integración, para luego argumentar que la comunidad no la supo acoger. Su autovictimización es su mejor aliada y el "self-hate" le sirve de bálsamo.


Ninguno de ellos clamó por el retorno, sano y salvo, de los secuestrados. Ninguno reprochó las genuinas intenciones genocidas de Hamás que están inscritas en su carta fundacional. No se descompusieron sus almas viendo el placer orgásmico con que nos masacraban y que quedaron para la posteridad en los body-cams. Ninguno condenó la cobardía de Hamás vistiendo como civiles y escondiéndose en túneles bajo escuelas. Ninguno se detuvo a contextualizar más a fondo la historia desde que Israel abandonó Gaza hace 19 años, como debió hacer Guterres, o recordar que un Cese al Fuego sí existía el día 6. Ninguno recordó los múltiples planes para un estado palestino que se han ofrecido desde 1946. Ninguno tuvo tanta decencia.


Ellos salieron de sus madrigueras de cristal y quedaron expuestos por lo que son, para que así los recordemos. Deseo que nunca necesiten del apoyo de una mano hermana, pero que sepan que cuando vengan por nosotros, también vendrán por ellos, y a pesar de eso, también existirá un Israel que sabrá defenderlos cuando sus contertulios mamertos ya los hayan olvidado. Habrá siempre un rincón en los anales de nuestra comunidad para registrar su perfidia.


Ustedes no hablan por mí, ni por mi finada madre sobreviviente de la Shoa, ni por la enorme mayoría de Am Israel, ni por esa multitud de gente coherente -que no es judía-, que entiende muy bien el riesgo latente, que lamenta la guerra, lamenta las víctimas inocentes de cualquier lado, que acepta un cese a cambio de todos los rehenes, y que es capaz de hacer críticas sesudas cuando así merezcan hacerse, sin caer en el penoso e innecesario error de convertirse en el Rasha de la Hagadá.


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