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Petro versus Israel. Riesgos Geopolíticos



Por Omar Bula

La actitud reciente del presidente de Colombia, Gustavo Petro, en contra de Israel, ha generado un impacto considerable en el ámbito geopolítico.


En Colombia, las críticas y preocupaciones giran alrededor de la sólida relación que el país suramericano siempre ha mantenido con el Estado de Israel, su significativa dependencia de Israel en materia de seguridad y provisión de insumos para sus fuerzas armadas, y la eventualidad de un distanciamiento de Colombia con respecto a los Estados Unidos.


Todo lo anterior es inquietante, sin lugar a duda. Sin embargo, hay otros factores que contribuyen a la complejidad y a la incertidumbre que rodea a esta situación.


Para algunos, las palabras pronunciadas por Gustavo Petro constituyen simplemente un exabrupto impertinente, lo cual no carece de fundamento dada la cadena de disparates que este ha dicho desde el principio de su gobierno.

Para otros, sin embargo, se trata de una movida deliberada por parte del mandatario colombiano en consonancia con la posición que sus camaradas del Foro de Sao Paulo han adoptado en pro de la causa palestina.


Sea cual sea el caso, las ondas expansivas de la posición adoptada por el presidente Petro después de la barbarie cometida por el grupo terrorista Hamas el 7 de octubre, pueden llegar bastante lejos.


En primer lugar, en un mundo que se encuentra inmerso en un período de pugna por el poder global y en el cual surgen antagonismos agudos entre grandes bloques geopolíticos, todas las decisiones que toman los gobernantes de turno con respecto a estos grandes diferendos son de naturaleza crítica y son determinantes para el futuro de sus respectivos países.


Una verdad fundamental que emana de la contienda entre bloques geopolíticos es que cualquier vacío que una de las partes deja es inmediatamente ocupado por la otra. China y Rusia, por ejemplo, no han titubeado en aprovechar las oportunidades resultantes de la retirada de EE.UU. de la escena internacional durante las últimas décadas, tanto en África como en América Latina.


Ahora bien, con el recrudecimiento de la violencia entre Israel y sus vecinos, esta dinámica no solo se acelera, sino que, en el caso de América Latina, pueden entrar otros actores en juego.


Entre estos actores sobresale la República Islámica de Irán, enemigo acérrimo de Israel y líder innegable de la nueva arremetida contra la nación judía, cuya peligrosa presencia y penetración en nuestra región he venido denunciando desde hace varios años.


Tanto Irán, como su brazo armado Hezbolá (ambos aliados de China y Rusia), han venido expandiendo su presencia en América Latina durante varias décadas y han aprovechado su estrecha relación con naciones socialistas como Cuba, Venezuela y Bolivia para penetrar las entrañas de la región.


Entre muchas otras cosas, Irán y Hezbolá son acusados de estar involucrados en ataques terroristas contra un centro judío en Buenos Aires durante la década de 1990, así como en el controvertido "suicidio" del fiscal argentino Alberto Nisman, un día antes de que este declarara en contra de Cristina Kirchner por sus turbias relaciones con la nación islámica.


Por otra parte, es de amplio conocimiento, que el grupo terrorista Hezbolá mantiene una importante presencia en Venezuela y en otros países de la región, y colabora activamente con organizaciones como las FARC y los cárteles mexicanos en el negocio del narcotráfico.


En síntesis, la sola posibilidad de que parte de ese vacío político generado por la contienda de grandes bloques en nuestra región pueda ser ocupado por una poderosa dictadura islámica conocida por su financiamiento del terrorismo, es muy inquietante.


Sin embargo, más allá de la probabilidad de que esta infausta probabilidad se materialice, mi posición se alinea con quienes ven las palabras del presidente Petro como un mero exabrupto fruto de sus delirios de sabiduría.


Exabrupto o no, considero que exponer a Colombia, un país ya azotado por la droga, la violencia y la incertidumbre, a una situación tan comprometedora y riesgosa, es un acto de irresponsabilidad lamentable e impropio de un auténtico Jefe de Estado.


Gracias por tu tiempo y atención


Omar

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